Escapada en solitario a la mágica ciudad de Aranjuez, descanso de reyes.

No siempre se nos presentan las cosas como queremos o deseamos, así que llegado ese momento hay que tomar una decisión y aventurarse a lo desconocido aunque sintamos algo de temor por no saber cómo saldrá, y eso es lo que he hecho.

Acostumbrada  a viajar siempre en compañía (siempre digo que el sitio no importa tanto como quién te acompañe), por circunstancias de la vida me encontré un fin de semana sola, y pensé que qué mejor momento para hacer una escapada en solitario y experimentar la sensación de libertad plena.

¿El destino elegido? Aranjuez, en parte por su cercanía a Madrid, en parte porque ya había estado en otra ocasión hacía unos años y me parecía un buen lugar para comenzar con esta nueva etapa de escapadas en solitario. Aproveché un regalo que me hicieron hace un tiempo en el que se incluía un pequeño crucero por el Tajo en “El Curiosity” y un paseo con guía por el Jardín de la Isla y el Jardín de Parterre.

Tenía la opción de ir en coche o ir en tren, a pesar de estar el día nublado y con llovizna decidí ir en tren, que aunque no es un medio de transporte que utilice habitualmente me parece muy cómodo, el viaje no se alarga más de hora y media desde la madrileña estación de Aluche, eso sí, recomiendo ver los horarios porque en los fines de semana se reduce el servicio.

Una vez en la estación de Aranjuez, sólo hay que seguir todo recto por la Carretera de Toledo – Aranjuez y en poco menos de diez minutos estaremos en el Palacio Real de Aranjuez,  bordeándolo y cruzando el Tajo por la Carretera de Andalucía llegamos al embarcadero donde nos espera el capitán de “El Curiosity”. Una vez dentro del barco y después de hacernos una foto con el capitán, comienza el crucero de unos 40 minutos de duración, un animador nos hará un juego de preguntas relacionadas con el río, con Aranjuez y con su historia, además de ofrecernos una bebida pasaremos un rato divertido a la vez que nos van contando la historia de esta fantástica ciudad.

Después del crucero nos espera Esther, nuestra guía, (en realidad ha hecho el viaje con nosotros de incógnito), a la salida del barco nos reunimos todo el grupo y nos dirigimos al Jardín del Parterre, al de la Isla y al del Rey. Esther nos habla de todas y cada una de las fuentes por las que vamos pasando, nos cuenta la historia mitológica de cada una de las estatuas representadas en ellas, también nos dice, casi con pena, porqué algunas de las estatuas tienen un color entre ocre y marrón y no blanco, y es que no todas las fuentes se hicieron en mármol, sino en plomo y luego se pintaron, de ahí el color oscuro, a causa del deterioro producido por el agua y el tiempo.

También nos relata alguna historia de la realeza que se alojaba en el Palacio Real, historias de amor concertado con final feliz y otras….pues no tanto, como la historia de la cascada de las castañuelas, prueba de amor del Rey Fernando VI a su esposa Bárbara de Braganza. Se nota que le apasiona la ciudad de Aranjuez y casi le molesta que no brille el sol y haga que Aranjuez brille, pero eso no importa, porque Aranjuez es una gran ciudad, repleta de jardines, monumentos y de historias.

El paseo por los jardines termina un poco antes de las tres, justo para comer algo, decidí sentarme en un banco y tomar un tentempié…..mala idea, no tardaron ni cinco minutos en robarme el sandwich unos “lindos gatitos”. En serio, ¡no lo hagáis!

Después quise dar un último paseo por el Jardín de la Isla y ver las fuentes a las que no llegamos por la mañana, la fuente de Venus, la de Baco y la de Cibeles y Neptuno, que se encuentran juntas.

Después de este nuevo recorrido por las fuentes, di por finalizada mi pequeña escapada, tranquilamente sólo tuve que volver por el mismo camino hasta la estación de Renfe y vuelta a casa. No descarto volver en otra ocasión cuando haga buen tiempo para poder ver el Jardín del Príncipe, adentrarme por el casco histórico y conocer un poco más esta ¡¡fantástica ciudad!!