Budapest es tan fascinante que puedes vivirla de mil maneras y una de ellas es ¡como un local más! Hoy nos sumergimos en la capital húngara más tradicional
No es ningún secreto que a Budapest le tenemos un cariño muy especial y por ello, siempre que hemos ido, nos ha gustado descubrirla de una forma diferente.
Conocimos sus imprescindibles. Subimos hasta el Bastión de los Pescadores y el Castillo para contemplar una de las mejores panorámicas de la ciudad.
Nos sumergimos de lleno en la vibrante zona de Pest donde, entre otros lugares, visitamos el Parlamento, la Plaza de los Héroes y la Basílica de San Esteban.
Cruzamos su emblemático Puente de las Cadenas, paseamos la orilla del Danubio al caer la noche, hicimos una ruta en barco y visitamos los ruin bars -bares en ruinas- del Barrio Judío.
Hasta hicimos una escapadita a Szentendre y subimos a las montañas que abrazan la ciudad para montar en el Tren de los niños, una experiencia de lo más tierna y enriquecedora que, por supuesto, ¡te recomendamos!
¿Qué idearemos la próxima vez? Pues nos apetece vivir Budapest como dos húngaras más. Y no es es que no hayamos hecho ya cosas muy húngaras, como tomar una pinta en un ruinbar, bebernos una limonada de sauco, saborear un goulash o desayunar un Kürtőskalács, pero aún nos queda mucho por experimentar. 😉
¿Y qué más haréis?
Disfrutaremos de un baño húngaro
Que Budapest adquiriera el sobrenombre de Ciudad de los Balnearios en 1934 no es aleatorio. La preciosa capital húngara tiene, nada más y nada menos, que 118 manantiales.
Famosa es la imagen de varios húngaros jugando relajadamente al ajedrez en una de las piscinas exteriores del Balneario Széchenyi, uno de los más grandes de Europa y, en nuestra opinión, de los mejores acondicionados de la ciudad. De hecho, más que un balneario, el Széchenyi es un mega complejo con 13 piscinas cubiertas y 3 descubiertas.
Si bien hoy día el ajedrez ha pasado a un segundo plano, la costumbre de pasarse por el balneario después de una intensa jornada laboral, está más de moda que nunca. Así que sí, la próxima vez que pongamos un pie en Budapest, dedicaremos una mañana a dejarnos mimar por las terapéuticas aguas aquincenses. 😉 Y si es en invierno, mejor que mejor, para sentir ese contraste frío-calor tan estimulante. ¿El precio? 5700 florines (18€ aproximadamente).
Nos relajaremos en la Isla Margarita
Budapest es una ciudad tan sorprendente que tiene hasta su propia isla, la Isla Margarita. Un extensísimo jardín de 2500 metros de longitud en mitad del Danubio, entre Buda y Pest.
El Puente Margarita es el mejor acceso a este refugio natural que cuenta con un restaurante, las ruinas del Convento de Santa Margarita, una diminuta iglesia, una piscina con toboganes acuáticos y una fuente que ofrece ¡espectáculos de luz y sonido en verano! 🙂
Aunque puede que veas algún turista, la Isla Margarita es frecuentada principalmente por locales que se acercan a pasar el día en familia, hacer algo de deporte o, sencillamente, disfrutar de la tranquilidad y la calma que ofrece este lugar.
Nosotras ya le hemos hecho alguna visitilla rápida, pero no la que se merece. Por lo que, aprovechando que el alquiler de bicicletas es muy asequible -1 hora 990 florines (3€), 2 horas 1100 florines (3,50€), o todo el día 2800 florines (8,70€)-, en nuestra próxima visita nos haremos con un par de bicis y conoceremos la isla en profundidad. 😉
Nos emocionaremos en la Ópera
Estamos frente a una de las óperas más importantes y con mejor acústica del mundo y ante uno de los edificios más relevantes de Hungría, la Ópera de Budapest. Diseñada por el arquitecto húngaro Miklós Ybl, su construcción fue financiada en 1875 por Francisco José I -Emperador de Austria- con la única condición de que no fuera más grande que la de Viena…
La Ópera de Budapest es una auténtica joya arquitectónica neorrenacentista ornamentada en su exterior con esculturas de los más importantes compositores internacionales y en su interior con frescos y lienzos de artistas húngaros del siglo XIX. Un edificio absolutamente espectacular que pone de manifiesto, una vez más, la fuerza y poder que llegó a tener el histórico Imperio Austro-Húngaro.
Son ya varias las veces que hemos coqueteado con asistir a alguna de las obras maestras del panorama internacional que allí se representan pero aún es algo que tenemos pendiente. De nuestra próxima escapada húngara no pasa. Además, lo ponen muy fácil. Hay funciones casi todos los días a unos precios muy muy económicos -dependiendo de la obra y la ubicación, las entradas varían entre los 500 florines (1,63€) y los 15800 florines (55,20€)-. ¿Te imaginas lo emocionante que tiene que ser? 🙂
Tomaremos un picnic en el Parque Municipal
Junto con la Isla Margarita, el Parque Municipal es el otro pulmón de Budapest. Cuando las temperaturas lo permiten, el Parque Városliget se convierte en la zona favorita de los aquincenses -gentilicio de Budapest- para disfrutar de un picnic en familia.
El Parque Municipal es una verdadera delicia. Un mega espacio verde con un precioso lago donde dar paseos en barca, varios kioscos ambulantes de comida rápida y hasta un castillo, el Castillo Vajdahunyad, un edificio levantado inicialmente en madera y cartón para la Expo de 1896 que posteriormente fue reconstruido con piedra y ladrillo por el enorme éxito que tuvo. 🙂 Hoy en día, alberga el Ministerio de Agricultura.
Como curiosidad, el Parque Városliget es uno de los primeros parques públicos que se creó en el mundo. 🙂
Ya nos estamos imaginando con el mantelito tiradas en el césped… 😉
Tomaremos un Pálinka
El Pálinka es el licor oficial de Budapest. Se toma a temperatura ambiente en cualquier momento del día. A media mañana, después de una regeneradora sopa Gulyás, como digestivo tras un intenso codillo asado, para acompañar alguna tarta a media tarde, de fiesta en los ruins pubs o, sencillamente, para entrar en calor cuando las temperaturas bajan de los cero grados. 😉
Es más, ofrecer un pálinka casero -o comprado- a los invitados cuando llegan a casa es una de las tradiciones más arraigadas del pueblo húngaro. Y damos buena fe de ello… 😉
Su graduación es altísima… ¡puede llegar a tener hasta 87 grados!, aunque lo normal es que ronde los 40º, y los hacen de frutas de todo tipo, desde los tradicionales de melocotón, ciruela, cereza o pera hasta más modernos de endrina, sauco, fresa, membrillo o mora. Es algo así como el clásico aguardiente español o la grapa italiana pero a la húngara y de infinidad de sabores.
Así que nada, te aseguramos que nuestra próxima visita incluirá varios pálinkas a lo largo del día. Eso sí, intentaremos que sean de los de graduación media… 🙂