Excursión en barco a Los Órganos: un prodigio natural de La Gomera

Emoción. Una inmensa emoción que derivó en ganas de llorar fue lo que sentimos cuando el barco viró y por fin advertimos en toda su magnitud el extraordinario Monumento Natural de Los Órganos, uno de los lugares más espectaculares de La Gomera, de las Islas Canarias y, nos atrevemos a decir que, de España entera. ¡Es absolutamente flipante tener a semejante lugar frente a ti! 😮

200 metros de ancho y 80 de alto son las dimensiones de esta mayúscula maravilla natural de la costa noroeste de la isla; un tesoro de la arquitectura de la Madre Tierra al que sólo se puede acceder por mar.

El Monumento Natural de Los Órganos era uno de los “qué ver en La Gomera” que más ansiábamos conocer, con el permiso de Garajonay. 😉 Inicialmente teníamos pensado visitarlo en la primera semana -dedicamos quince días a la gran escapada gomera-. Pero la isla tenía otros planes. La zona norte costera, donde se sitúan los Órganos de La Gomera, es muy agitada por lo que ha de hacer un día calmado y tener una mar tranquila, y sin apenas viento, para que los barcos puedan subir y aproximarse con la seguridad y estabilidad suficiente para que nosotros, los turistas, podamos disfrutarlo. De lo contrario, como nos dijo el capitán de nuestra embarcación, lo pasaríamos muy muy mal y el recuerdo no sería el esperado… 😉

Excursión a los Órganos de La Gomera

Afortunadamente, el día anterior a coger el vuelo de regreso a Madrid, los factores climatológicos llegaron a una especie de consenso y nos permitieron realizar la tan esperada ¡excursión a los Órganos de la Gomera! ¡Yuuupi! 😀 Por los pelos, ¡pero lo conseguimos!

La empresa con la que nos embarcamos en esta chulada de experiencia fue Excursiones Amazonia. ¿Por qué? Pues porque era la misma con la que habíamos hecho la excursión de avistamiento de cetáceos días antes y de la que, todo hay que decirlo, acabamos encantadas.

Y a la pregunta de ¿por qué Excursiones Amazonia para el avistamiento? Pues porque nos la recomendó Víctor -un gomero de toda la vida a quien conocimos porque se encargaba del mantenimiento de nuestro apartamento en Guro, en la zona de Valle Gran Rey-.

Nos habló de los más de 30 años de experiencia del capitán de la embarcación –Juanjo-, del trato familiar y cercano que ofrecen y de la profesionalidad y pasión de sus guías -amantes del océano y la vida marina-.

Literalmente, nos dijo:

Por supuesto, nos convenció, por lo que cancelamos la actividad de avistamiento que teníamos reservada con otra compañía -y aún no habíamos pagado-, y contactamos con Juanjo. ¿El teléfono? +34 616 472 265 -te atenderá Nieves, su mujer-.

Pero bueno, volvamos a nuestra aventura a los Órganos de La Gomera, jejeje. 😛

Puntuales como cabe después de llevar soñando con ese momento durante días, llegamos al puerto de Valle Gran Rey a la hora acordada con Juanjo; las 13:30. Estábamos todos, los 12 entusiastas que la embarcación permitía como máximo en tiempos de Covid. Calzado y mochilas guardadas para estar más cómodos y ¡a navegar! 😀

Paisajes costeros y una mar entretenida

Marco, el guía, nos comentó que tardaríamos 1 hora y cuarto en llegar hasta Los Órganos y que estuviéramos muy atentos porque igual teníamos la suerte de ver algún tiburón martillo 😀 ¡Ojalá!

Sin adentrarnos demasiado en el Atlántico, comenzamos a navegar hacia el norte gomero mientras playas y pueblos desfilaban uno tras otro: Valle Gran Rey; Playa La Calera; Playa del Inglés, con su arena negra y su acantilado resguardándola; Taguluche en la cima del acantilado -con lo que nos había costado llegar el otro día por la zigzagueante carreterita y lo rápido que habíamos llegado hoy…-; la turística Alojera con su pedacito de playa, sus casitas junto al mar y sus simas donde darse un baño casi en la intimidad;…

¡El trayecto estaba siendo una chulada!

Como Juanjo intentaba no alejarse de la costa, podíamos deleitarnos con las diferentes cuevas, recobecos y formas caprichosas de los acantilados. ¡No te puedes ni imaginar la de grutas que hay en el litoral gomero!

Alojera fue un punto de inflexión en la tranquilidad de la travesía. Tras dejarla atrás, el mar empezó a embravecerse y era casi imposible no acabar salpicado.

Y no, el clima no había empeorado, el cielo seguía igual de azul y la velocidad del viento apenas había sufrido variación pero, las corrientes marinas son más intensas en esta zona.

Ahora entendíamos porqué no pueden salir excursiones si hace viento. Si el mar estaba así en un día calmado, no nos queremos ni imaginar cómo ha de ponerse los días ventosos… 😮

Aún así, conseguimos grabar algún vídeo y hacer alguna que otra instantánea porque, también es cierto que, las tonalidades de las aguas del Atlántico, eran más bonitas que nunca.

El océano envestía contra las rocas con una fuerza increíble. A veces, incluso, las zonas más escarpadas que se adentraban en el mar provocaban una especie de succión, tragángose, en milésimas de segundo, toneladas de litros de agua salada. Ver semejante “baile” imponía respeto pero no te vamos a negar que nos resultaba ¡espectacular! y lo disfrutamos muchísimo. 😀

¡Hola Los Órganos!

¡Wuaaaaau! Hacía tiempo que no estábamos frente a una maravilla natural de esta envergadura. ¡Brutal! ¡Gigante y brutal!

Nos quedamos completamente atónitas y sin palabras ante el impresionante acantilado y sus descomunales columnas prismáticas.

Su nombre no podía ser más acertado, Los Órganos de La Gomera. Y es que sí, observado en su conjunto, esta mole de piedra es un gigantesco órgano natural, esculpido con paciencia y con todo lujo de detalles por la exquisita naturaleza.

Un trabajo sublime que, según la visual, nos recordaba a una intensa lluvia de gotas petrificadas o al skyline de una urbe de piedra surgida de las profundidades. Hasta una mastodóntica pata de elefante llegamos a visualizar. ¡Imaginación al poder! 😛

Miles de años de erosión que ha transformado la formación basáltica en una pared perpendicular formada por millones de tubos de piedra de origen volcánico pegaditos unos con otros.

Juanjo aminoró la velocidad. No era prudente detener el motor de la embarcación por completo porque las aguas estaban agitadas pero, a medio gas y con cautela, logró acercarse a escasos metros de la costa. Estábamos tan cerca de ellos que, de haber podido saltar, hubiéramos alcanzado la orilla en pocas brazadas.

Aquí es donde cobraban importancia las palabras que nos había dicho Víctor -el gomero que nos recomendó a esta empresa-; un barco más grande no hubiera podido aproximarse tanto y un capitán que no conozca bien este lugar, tampoco. 😉

¡Qué gustazo poder contemplarlos desde tan cerquita! 😮 Como suele pasar en estos casos, la realidad supera, y mucho, a la ficción.

Bañito, paella y de vuelta

Tras unos 20 minutos ensimismados con Los Órganos y aún con la emoción recorriéndonos de arriba a abajo -y, sí, también algo de mareo por el empeño de fotografiarlo desde todos los ángulos y “a toda costa”-, tocaba poner rumbo de vuelta.

Una cosita que aún no te habíamos dicho hasta ahora es que, las experiencias con Excursiones Amazonia incluyen bañito en el Atlántico y un momento paella como colofón de la aventura. ¿A qué mola? 😛

Juanjo y Marco echaron el ancla en los alrededores de Taguluche, donde las aguas ya volvían a ser disfrutables. La temperatura era realmente buena y nos apetecía mucho apetecía darse un chapuzón. 😀

Nos hubiéramos quedado ahí flotando, en esas aguas, a caballo entre el turquesa y el esmeralda, mucho más tiempo, pero la aventura debía continuar. Uno a uno, subimos nuevamente a bordo para degustar la paella de verduras que había preparado Nieves -sí, la mujer de Juanjo, la misma que atiende las llamadas de las reservas- 😉

Tras servirnos un plato a cada uno -o dos quien quisiera repetir-, levaron ancla y Juanjo retornó al punto de partida, el Puerto de Valle Gran Rey.

Por cierto, ¿recuerdas que Marco nos comentó que igual veíamos algún tiburón martillo en el trayecto? ¡Pues lo vimos! 😉

Juanjo, Marco, Nieves ¡gracias por permitirnos vivir una experiencia en familia!