Por fin había llegado el día. 3 de febrero de 2014. Día en el que La gran escapada volaría a Kiruna, al Norte de Suecia.
Tras levantarnos tempranito y desayunar en condiciones, nos cargamos el equipaje y pusimos rumbo a la Central Station de Estocolmo.
Al final hemos decidimos ir al aeropuerto de Estocolmo en bus, con la compañía “Flygbussarna”. La flota de autobuses es una de las más modernas y nuevas que hemos tenido el placer de disfrutar. Equipada con cinturones de seguridad, enchufes y wifi gratuita, los 50 minutos que tarda el autobús en hacer el trayecto “Central Station de Estocolmo – Arlanda Aeropuerto” se pasan en un segundo.
El viaje individual cuesta 119 SEK (unos 13.50€); es recomendable coger ida y vuelta, ya que ambos salen por 215 SEK (unos 24€), y aunque no es mucho, algo se ahorra.
Nuestro vuelo hacia Kiruna despegó a las 11:30, media hora más tarde de lo previsto. No nos importó, estábamos tan emocionadas que ese tiempo se nos pasó en un abrir y cerrar de ojos.
13:00 horas en nuestros relojes. La gran escapada acababa de dar sus primeros pasos sobre la nieve del aeropuerto de Kiruna. Nos quedamos ojipláticas al ver el paisaje tan espectacular que teníamos alrededor. Estábamos en un remoto lugar cubierto de nieve. Estábamos en pleno Círculo Polar Ártico… 🙂
El aeropuerto de Kiruna es muy chiquitito. El avión nos dejó apenas a unos pasos de la entrada. Una experiencia curiosa y que nos permitió empezar a disfrutar del increíble alrededor. Bosques completamente nevados y un manto blanco de varios metros que lo cubría absolutamente todo. En serio, ¡alucinante!
Aunque en Kiruna los -20º suelen ser habituales, ese día nos recibió la agradable temperatura de -1 gradito. 😉
Tras volver en sí y empezar a darnos cuenta de que ya habíamos llegado, nos dirigimos a recoger el equipaje y a buscar a la persona que habíamos contratado para que nos viniera a recoger. El alojamiento Camp Ripan donde habíamos reservado daba esa opción y no nos lo pensamos dos veces.
Creímos conveniente invertir en comodidad ya que había sido un largo camino desde Madrid y queríamos asegurarnos de que llegábamos a la cabañita reservada de la mejor manera posible. Por cierto, opción totalmente recomendable si te animas a venir por aquí (en el coche, la calefacción va de lujo…).
Ya en el alojamiento, repusimos un poquito las fuerzas y nos conectamos con el mundo. Nos apetecía gritar a los cuatro vientos, aunque fuera digitalmente, la marabunta de pensamientos e ilusiones que rondaban nuestras cabezas. Daba comienzo la primera “gran escapada” de La gran escapada. 😉