Un paseo por la cultura y tradiciones de Suecia a través de sus costumbres, su gastronomía y algunas de las construcciones más típicas y antiguas del país
En nuestra primera escapada a Estocolmo nos quedaron muchos museos pendientes pero, sin lugar a dudas, el que más pena nos dio fue el Museo Skansen, el primer museo al aire libre del mundo y donde se puede caminar a través de cinco siglos de historia sueca.
Su fundador, el profesor Artur Hazelius, no quería que las tradiciones, oficios artesanos y modo de vida de Suecia cayeran en el olvido, tenía la necesidad de transmitir las bases y cultura sueca a las generaciones futuras.
Fue precisamente ese deseo el que le llevó a crear el Museo Skansen en 1891, un espacio de 300000 m2 que permite viajar en el tiempo a la Suecia de antaño para conocer el folklore, la gastronomía y la evolución de este fascinante país nórdico.
¿Dónde está y cómo llegar al Museo Skansen?
Como no podía ser de otra forma, el Museo Skansen se ubica en Djurgården, la isla más cultural del archipiélago y donde se localizan la mayoría de los museos más interesantes de Estocolmo, como el Vassa o el Junibacken.
A Djurgården se puede llegar dando un relajante paseo, tomando la línea 44 del bus, el tranvía número 7 o cogiendo el Ferry Djurgårdsfärjan, que realiza el trayecto Slussen-Djurgården cada 15 ó 20 minutos y que también forma parte del transporte público de la ciudad.
¡La opción del ferry es perfecta en verano! Las vistas desde el agua son realmente bonitas. 🙂
Un paseo por la historia de Suecia
Llegamos a la Puerta Hazelius del Skansen sobre media mañana, no era la entrada principal pero era desde donde se podía coger el funicular que te subía hasta lo alto de la colina. 🙂
El Skansen no está incluido en la Stockholm Pass pero sí consigues un descuento del 20% con ella, ¡algo que viene de perlas!
Los precios y horarios de acceso varían según la época del año. De abril a septiembre, la entrada general de un adulto cuesta 180 SEK (19 € aproximadamente) y el teleférico, 25 SEK subir y 15 SEK bajar. Sólo lo cogimos para subir, la bajada la hicimos muy cómodamente a pie, jejeje. 😉
En apenas cinco minutos estábamos al ladito de la Älvros Farmstead -Granja de Älvros-, un conjunto de edificaciones que representan las típicas granjas agrícolas que existían en el Norte de Suecia a principios del S. XIX.
Casitas abiertas todo el año y en las que puedes relajarte mientras el anfitrión te cuenta detalles del cuidado de la granja o de los oficios artesanos de aquella época, como el tratamiento de los tejidos o el proceso de hilado de la lana.
Era todo tan real y estaba todo tan cuidado y conseguido que la imaginación volaba a ¡velocidades cósmicas! 🙂
El día estaba radiante, con un cielo completamente azul y un sol brillante. Un auténtico regalo que nos permitía disfrutar de la belleza idílica de los espacios verdes y estanques que había repartidos por todo el Skansen. 🙂
En nuestro paseo por la historia sueca llegamos a la popular Seglora Chuch -Iglesia Seglora-. Una iglesia de 1729, que fue trasladada al Skansen pieza a pieza en 1916, y que es el lugar elegido muchos estocolmenses para casarse o celebrar otros sacramentos cristianos como bautizos o confirmaciones. ¿A qué no te lo hubieras imaginado? 🙂
Apenas a 10 metros de la Iglesia Seglora nos encontramos con otra de las granjas tradicionales de Suecia, Iron Master´s Farmstead, unas casas de campo cuyos tejados estaban cubiertos de hierba como si se quisieran mimetizar con la naturaleza existente en sus lugares de origen.
¡Nos estaba encantando! 🙂
Escuchamos un jolgorio y nos acercamos a cotillear un poco. Un grupo de niños reían y se divertían animados por los malabares y juegos de unos artistas. El ambiente era de lo más animado y transmitía muy buen rollo entre todos los visitantes curiosos, incluídas nosotras, jejeje.
Durante todo el año, en Skansen se organizan multitud de espectáculos para niños y no tan niños: alegres bailes flolklóricos y regionales, actividades en el interior de las casas y granjas y todo tipo de celebraciones en honor a las grandes fiestas como el Día Nacional Sueco – 6 de junio -, el Solsticio de Verano o la Navidad.
Como ellos suelen decir, ¡en Skansen siempre pasa algo! 😉
Unos pasos más adelante nos encontramos con otra reliquia… Bredablick Tower -Torre Bredablick-.
Un edificio de 30 metros de altura cuyo uso inicial fue el de spa –Taking the waters– allá por el año 1870 y que Hazelius adquirió para el Skansen en 1891.
Tras pasar por algunos de los espacios de animales del Skansen, llegamos a la construcción que más llamó nuestra atención, Vastveit Storehouse -Almacén Vastveit-, nada menos que del S. XIV.
Esta bellísima construcción de madera fue traída tal cual desde la región de Telemark, al Norte de Noruega. En el año en el que Hazelius fundó el Skansen, Noruega y Suecia eran un sólo reino, pero tras su disolución en 1905, el profesor quiso asegurarse que esta obra de arte de la arquitectura estuviera a buen recaudo. 😉
El nivel de detalle de sus columnas y los decoros de ventanas y puertas era asombroso, derrochaba paciencia y maestría a raudales. Impresionante, ¿verdad?
Y más aún si le sumamos la ubicación privilegiada que tiene… En la parte más alta del Skansen, desde donde se obtienen ¡unas vistas fabulosas!
Tras contemplar ensimismadas la belleza del entorno durante un buen rato, nos fuimos directamente a la zona del Sami Camp -Campamento Sami-.
El pueblo aborigen Sami vive en Laponia Sueca, en pleno Círculo Polar Ártico y es una de las señas de identidad de la cultura sueca. Su modo de vida nómada y vinculado muy estrechamente al reno les ha llevado a tener que construir campamentos estratégicos donde refugiarse y almacenes improvidados en los que proteger sus enseres y alimentos de las inclemencias del tiempo o de la fauna del bosque.
Unas construcciones que son muy comunes y perviven a día de hoy en el Norte de Suecia y que, por supuesto, no podían faltar en el Skansen. 😉
Y del mundo Sami… a la nobleza sueca!
Mansiones que durante años fueron las viviendas de algunos de los personajes de la alta aristocracia sueca y en las que era típico ver tejados a cuatro aguas e intensos y chillones colores en sus fachadas.
¿A qué te estás imaginando cómo debe ser vivir aquí? ¡A nosotras no nos importaría tenerla como casita de campo! 😉
Estábamos en el último tramo de nuestro paseo por la evolución histórica de Suecia, una zona donde encontramos algunos ejemplos de huertas: de hortalizas y de flores y árboles frutales…
… los clásicos molinos de viento de Öland o curiosidades como el laberinto The Troy fort, una réplica exacta del que hay en la Isla Báltica de Gotland.
En toda Suecia se han localizado hasta 300 laberintos de este tipo. Unas estructuras que también se han encontrado en otras partes del mundo y cuyo origen parece estar vinculado con ritos religiosos, juegos de entretenimiento y hasta como ayudas para los navegantes.
Nos pareció muy llamativo. 🙂
Y después de casi cinco horas, llegamos a la puerta de salida. Había finalizado el intenso recorrido por los 500 años de historia sueca en el que habíamos conocido detalles de su arquitectura, su folklore y su gastronomía y que nos había permitido conocer más en profundidad, las tradiciones, costumbres y estilo de vida de un pueblo al que admiramos muchísimo y que cada día nos sorprende más.
¡¡Lever Sverige!! 🙂