La mayor isla de Italia es un desfile de paradisiacas playas, yacimientos arqueológicos, pueblos con personalidad propia y reservas naturales. ¿Nos acompañas a visitar algunos de sus mayores tesoros?
No te vamos a negar que sentimos verdadera pasión por todo destino que lleve el sello de La Italia. ¿Por qué? Pues por su apabullante patrimonio, su arrolladora personalidad desenfadada, su mezcla de culturas y estilos de vida -tantos y tan diferentes como regiones tiene el país-, su música, su alegría y, of course, ¡su cocina!
Como Roma ya la conocíamos, y queríamos ir en pleno verano, pensamos que sería una genial idea pasar una semana recorriendo la Isla de Cerdeña al completo. Nos habían hablado maravillas y no era excesivamente cara.
Además, todo el mundo afirmaba que tenía unas playas maravillosas, de esas que parecen piscinas infinitas. Bueno, además de pintorescos pueblos y parques naturales de gran riqueza botánica… La decisión estaba tomada. El destino veraniego de 2018 sería Cerdeña.
Alojamiento en Cerdeña
Como lo más habitual en Cerdeña es ir de ruta y es una isla bastante grandecita, lo mejor -en nuestra opinión- es reservar varios alojamientos para no perder tiempo en desplazarse. Al menos, es lo que hicimos nosotras y acertamos de pleno. Vale, ¿y dónde?
En la zona de Palau -genial para ir al Archipiélago de la Maddalena- estuvimos alojadas en Porto Manu, un complejo tranquilo de apartamentos con una maravillosa piscina de agua salada y su propia playa. ¡Comenzamos con muy buen pie! El alojamiento de la segunda noche en la Residenza Le Maree fue una verdadera pasada. Precioso, en plena Costa Esmeralda, con una decoración súper cuca y con terraza. Y además, la dueña, majísima. ¡De 10!
La tercera noche la pasamos en el relajado Hotel L’Oasi, en la mismísima Cala Gonome y con una idílica terraza con vistas al mar ideal para desayunar por la mañana.
Respecto a las paradas estratégicas del sur de Teulada y Villasimius, las hicimos en el coqueto La Porta Blu y en el céntrico Hotel Stella D’Oro, respectivamente. Ambos muy recomendables aunque en el primero tuvimos que hacer uso de antimosquitos, jejeje.
Los tres últimos días de Castelsardo los pasamos muy cómodas en uno de los Jajo Apartments. Era sencillo pero tenía una terraza amplia con zona de barbacoa y no le faltaba detalle. 😉
¿Qué ver en Cerdeña? 7 imprescindibles, un depende y una sorpresa de interior
Archipiélago de la Maddalena
No hay guía, listado o página web que ofrezca información sobre Cerdeña que no dedique su apartado especial al Archipiélago de la Maddalena, al mayúsculo edén azulado.
Cualquiera de las siete islas que componen este paraíso del buceo y el snorkel con forma de reserva natural: La Maddalena, Caprera, Spargi, Santo Stefano, Budelli, Santa María y Razzolli, alberga playas de indescriptible belleza donde abandonarse al mimo y al más absoluto relax. La Playa Rosa de Budelli, la Cala Corsara en Spargi, la pequeña Cala Coticcio en Caprera,… ¡Suma y sigue!
No nos extraña que en su día se enamorara de ellas el joven y adinerado Aga Khan Karim.
¿La mejor forma de ir? Desde el puerto de Palau salen numerosos ferries –puedes llevar tu coche- que alcanzan la Isla de Maddalena –la más importante- en unos 20 minutos de nada.
Golfo de Orosei
Nos situamos entre las 2 y las 3 de este reloj sardo que hemos improvisado. Es decir, al Este, para disfrutar del que, para nosotras, es el pedacito de costa más impresionante de toda Cerdeña.
De hecho, las mejores calas sardas están aquí, a los pies de las montañas del Parque Nacional de Orosei: Cala Luna, Cala Mariolu, Cala Gonome, Cala Gabbiani,… ¡Todas espectaculares! ¡De postal! Con su arenita blanca y unas aguas de intensos azules y brillantes turquesas que penetran en lo más profundo de tu retina.
Cierto es que esta zona suele estar bastante saturada en agosto, pero si vas en cualquier otra época del año, comprobarás que es un auténtico paraíso marino. Su morfología es bastante abrupta y tan sólo se puede llegar hasta su costa en barco –hacerlo a pie es bastante insufrible-. A cambio, ofrece un sinfín de llamativas cuevas, grutas y recovecos. ¿Un imprescindible? La Gruta de Bue Marino (adultos 9€, niños 4.50€).
En los puertos de Olbia y Orisei podrás contratar –con antelación o el mismo día- la excursión que prefieras. Los precios y la duración son de lo más variados. ¡Tú eliges! Nosotras optamos por la del día entero y nos costó 60€ a cada una. Tenemos pendiente publicar un post de la experiencia.
Cagliari
Cierto es que la capital sarda no es lo que se dice un lugar de visita obligada. Aún así, tiene su particular encanto. Si tienes pensado conocer sólo la zona norte, no merece la pena que bajes hasta Cagliari exclusivamente. Otra cosa es que aterrices en su aeropuerto o vayas de ruta. 😉
Si finalemente haces una paradita en ella, sus puntos fuertes son el Barrio de la Marina, junto al puerto y donde podrás ir de compras por la comercial Vía G. Manno; el Museo Arqueológico Nacional con una interesante colección de un amplio abanico de períodos históricos -abierto de martes a domingo y con un precio de 4€-; la Torre del Elefante y el encantador Barrio Castello, con sus marabunta de calles estrechas y empinadas, pasajes arqueados y numerosos escalones -a nosotras fue la zona que más nos gustó-; el Bastión de San Remy; y el Anfiteatro Romano del siglo II d.C. y del que aún se conserva toda la estructura que fue excavada en la roca. ¡Éste último fue una verdadera sorpresa! 😀
Tharros
Allí donde nuestro inventado reloj sardo marca las 9, en la región de Oristano, en plena Península de Sinis, se localiza el Yacimiento de Tharros, una antigua ciudad púnico-romana fundada por los fenicios allá por el siglo VIII a.C. Su importancia fue tal que llegó a ser punto estratégico clave para el transporte en el Mediterráneo, tanto de mercancías como de personas.
Las piezas y objetos extraídos en las excavaciones de Tharros se pueden observar en el Museo Arqueológico en Cagliari, en el Antiquarium Arborense, el Museo Arqueológico de la ciudad de Cabras y en el British Museum de Londres.
Bosa
Siguiendo con el paralelismo relojero, el pequeño pueblo marinero de Bosa se sitúa como a las 10, al Noroeste de Cerdeña.
Además de una de las localidades más espléndidas y con más encanto de la isla, Bosa es perfecta si eres de los que huyes de las aglomeraciones y masas turísticas.
Callejones adornados con macetas improvisadas en latas pintadas, una bicicleta, fachadas de vivos colores que consiguen disimular el paso del tiempo, otra bicicleta, acogedoras tabernas congeladas décadas atrás donde tomarse un auténtico aperitivo a base spritz o una refrescante cerveza Ichnusa, marineros secando sus redes en las orillas del Río Temo, bajos de casas convertidos en tiendas de productos locales, un puente medieval,…
¡Esencia sarda elevada al infinito! Nosotras le dedicamos una jornada entera, pero bien podríamos haber estado dos o tres días. ¡Nos fascinó!
Gruta de Neptuno
A las 11 sardas tenemos la maravilla geológica de la Gruta de Neptuno. Una espectacular cueva natural enclavada en el Cabo Caccia con más de 10 millones de años de antigüedad.
Como aperitivo, su conjunto de estalactitas, estalagmitas, lagos y formaciones rocosas calcáreas y como plato principal, la impresionante columna interior de 12 metros de altura por 30 de ancho y su inmenso lago de 120 metros -el segundo de este tipo más grande de Europa-.
¿Cómo llegar? Por mar, contratando alguna de las excursiones que parten desde la turística Alguero -es bonita pero muy masificada en temporada alta- o desplazándote en coche/bus hasta Cabo Caccia y descendiendo los 656 escalones que hay tallados en la roca acompañado con un guía -tendrás vistazas pero se hace duro…-. La entrada a la cueva cuesta 12€.
Nuraghis
O Nuragas –en español-, como prefieras. Los Nuraghis son el tipo de edificio megalítico icono de Cerdeña y de su cultura diferenciadora. Su origen es anterior al año 1000 a.C. y tiene forma de torre con forma geométrica de cono truncado.
Para construirlos no utilizaban ningún tipo de cemento, tan sólo piedras que superponían unas encima de otras.
Aunque no todos miden lo mismo, es fácil que superen los 20 metros de altura. Si bien los más importantes son Su Nuraxi y el nuraghi de Santa Sabina, lo cierto es que puedes encontrar un Nuraghi en cualquier momento de tu ruta en coche así que no los vamos a situar a ninguna hora concreta de este reloj viajero que nos hemos inventado, jejeje.
En la actualidad se conservan los restos de unos 7000 – 8000 Nuraghis. Pueden parecer muchos, pero en realidad no tantos si los comparamos con los 30000 que llegaron a existir. 😉
Castelsardo
Fue el pueblo sardo en el que más tiempo estuvimos. Tres noches pasamos allí. Al estar situado casi casi en el epicentro de la Costa Norte hacía las veces de perfecto centro de operaciones.
A la izquierda, Stintino con sus playazas y la Península de Asinara.
A la derecha, Badesi y más playas. Y, por supuesto, en el centro, la propia Castelasardo, con el Castillo de los Doria en lo más alto del promontorio y centenares de viviendas coloreadas vistiendo sus laderas. Su parecido con la castellonense Peñíscola es ¡indiscutible!
Una curiosa atracción a apenas 2 kilómetros de Castelsardo es la Roca del Elefante. Una gran masa de piedra en forma de elefante que se encuentra de pie junto a la carretera estatal 134.
Hasta que se desprendió y rodó por el valle y fue a dar a la calzada, la roca pertenecía al complejo rocoso del Monte Casteddazzu. No es que sea gran cosa, pero reconocemos que tiene su aquel, sólo sea por lo caprichosa que es a veces la naturaleza, jejejeje. 😀
¡Sorpresa! Mamutones de Mamoiada
En las tiendas de souvenirs sardas, en los aeropuertos o en cualquier puesto de artesanía verás unas curiosas máscaras o incluso unos oscuros muñecos ataviados con pieles… Son dos símbolos de una de las fiestas más singulares de Cerdeña: Los Mamutones de Mamoiada.
Mamoiada es un pueblo situado en el corazón de la isla, en la región de Barbagia de Ollolai y su enigmático y sobrecogedor carnaval es un acontecimiento que, de pillarte por Cerdeña, tienes que vivir sí o sí.
El origen de la celabración no está muy claro si bien se barajan varias teorías como la del culto a los animales de la época nurágica, la fertilidad, rituales agrarios o hasta los ciclos de la muerte y el renacimiento de la naturaleza en cada estación. Sea cual fuere la semilla, lo cierto es que es un espectáculo flipante de los que no dejan indiferente.
Dos son las figuras protagonistas: Por un lado, los Mamuthones -la bestia-, unos personajes rudos ataviados con pieles de cabra, máscaras negras y cencerros de treinta kilos a la espalda para exorcizar las fuerzas malignas. Por otro lado, los Issohadores -los pastores-, con su vestimenta de chalecos rojos, máscaras y pantalones blancos y sus cuerdas de cuero con las que capturan a las jóvenes mujeres que hay en el público como símbolo de salud y fertilidad. Y acompañando el paseo, una danza animal, símbolos fálicos y percusión. ¡Fiesta pura!
¿Y cuándo es? Desde el 17 de enero -día de San Antonio, patrón de los animales- hasta el Miércoles de Ceniza. Una pena que no se celebrara en agosto para poder haber ido… 🙁
¡Benvenuti alla Felicità!