Descubrimos Iznájar, un pequeño pero muy curioso pueblo cordobés envuelto en naturaleza. ¿Te apuntas?
6 días para el Puente de todos los Santos. Idea inicial de quedarse en Madrid, descartada. Nuevo escenario ¡¿y por qué no nos vamos a Córdoba?! Como podrás imaginar, todo estaba hasta arriba y, lo poquito que quedaba libre, tenía precios desorbitados…
¿Qué hicimos? Replantearnos la escapada en busca de algún pueblo cordobés peculiar, con encanto y, a poder ser, no masificado. ¿Resultado? Iznájar.

No era muy conocido -nosotras no habíamos oído hablar de él en la vida-, se alzaba en un montículo formando una península a orillas de un gran embalse que llevaba su nombre y su casco viejo era un acogedor entresijo de callejuelas estrechas y empinadas con las típicas fachadas blancas andaluzas vestidas de macetas y flores. Justo lo que buscábamos. Iznájar parecía ser el sitio ¡per-fec-to! 🙂
Alojamiento en Iznájar
Una de las ventajas de visitar destinos que aún gozan de cierto anonimato es la posibilidad de encontrar alojamientos con encanto a precios bastante asequibles. En nuestro caso, reservamos un par de noches en el Caserío de Iznájar, un edificio típico andaluz situado él solito en una de las lenguas de tierra que se adentran en el Embalse de Iznájar. Con piscina, pista de paddle y un precioso patio andaluz donde sirven los desayunos -incluído en el precio-, las comidas y las cenas.

¿Presupuesto total? 99€. 🙂 ¡Estuvimos de lujo!
Naturaleza de Iznájar
¿Qué fue lo que más nos llamó la atención de Iznájar tras ubicarlo en Google Maps? ¡Qué estaba rodeado de naturaleza! Concretamente, a los pies del Parque Natural de las Sierras Subbéticas y con tres cuartas partes bañadas por el Embalse de Iznájar, un pantano enorme que baña tierras cordobesas, granadinas y malagueñas apodado el “Lago de Andalucía” por sus espectaculares dimensiones -981 millones de metros cúbicos y 100 km de orilla…-. 😉

Por supuesto, el Embalse de Iznájar fue el primer lugar que visitamos.
Nos dirigimos al Centro de Interpretación del Embalse de Iznájar que apenas distaba dos kilómetros de la villa de Iznájar pero… Estaba cerrado. 🙁 Según los horarios oficiales debería haber estado bien abierto -sólo cierran domingo y lunes-. ¡Una pena! Nos hubiera gustado profundizar más sobre el Río Genil -es el encargado de alimentar el pantano-, las implicaciones de su construcción y, claro está, sobre su ecosistema. Otra vez será…
¿Qué hicimos? Pues “conformamos” con admirarlo y retratarlo.

Estábamos en la zona conocida como la Playa de Valdearenas y confesamos que agradecíamos enormemente ser las únicas que merodeaban por allí esa mañana. El absoluto silencio que nos envolvía sólo se veía interrumpido por el saludo de algún jilguero o ruiseñor madrugador. La sensación de tranquilidad y oxigenación que experimentamos fue de lo más reconfortante.

Un momento zen muy necesario que nos aportó un buen chute de energía. Justo lo que habíamos venido a buscar. 😉
Imaginamos que esta situación será muy diferente a partir de la primavera. Según estuvimos googleando, el Embalse de Iznájar hace las veces de playa de interior y centro de actividades acuáticas: Paddle surf, pesca, kayak, vela, rafting, barranquismo,… Hasta se pueden reservar paseos en barco. Por el momento sólo es un barco pequeño -capacidad para 12 personas- pero ya se está trabajando para que esté disponible un barco solar con capacidad para 80 personas similar al que navega por el Embalse del Tranco, en Jaén.

Entendemos que se quiera potenciar el turismo de interior pero nos parece demasiada invasión del hábitat natural. 🙁
¡Hola Iznájar!
Tras el relajante encuentro natural tocaba conocerla a ella, a Iznájar. Un pueblo con personalidad propia, dibujado con los pinceles de la clásica arquitectura andaluza y coronado por la antigua fortaleza Ḥiṣn ʿAšar (castillo alegre), símbolo y génesis del nombre de la localidad.
Casa de la Cultura
Comenzamos la visita en la sede de los museos iznajeños, la Casa de la Cultura o Casa de la Juventud. Es de acceso gratuito y está ubicada justo a la derecha del arco que da acceso al Barrio de la Villa. Una puerta que, tiempo atrás, constituyó la única entrada a la medina de Iznájar.

Este centro cultural alberga nada menos que 5 museos: El Museo de Aperos de Labranza que recrea cómo se vivía en los cortijos y casas de campo; el de Arte y Oficios que nos enseña cómo era una talabartería -lugar donde se trabajaban diversos artículos de cuero para caballerías-, una tradicional barbería o una fragua de herrería; el Museo de miniaturas de forja “Juan Pérez Luque” y el Museo de Esculturas Naïf Antonio Cañizares, con una muestra permanente de la obra del desaparecido y singular artista iznajeño.



Y en la planta baja -se accede por la Plaza Nueva- tiene su hogar el Museo de La Judea, el cual permite conocer una de las señas de identidad de la Semana Santa iznajeña. Esto es, la representación atípica del pueblo judío en época de Jesucristo. Se celebra cada Viernes Santo, con atuendos del siglo XVII y al son de una marcha repetitiva de centuria romana.

¡Tiene que ser todo un espectáculo! 🙂

Urban Knitting
Pero si hay algo que despertó nuestra curiosidad en la Casa de la Cultura fue un mural anunciando el Knitting Tour. ¿Y qué es eso del knitting? Te estarás preguntando. Pues lo que viene siendo el ganchillo de toda la vida pero que en inglés suena más chic… El arte lanero y del tejido a punto y crochet. 😉

Cada año, entre los meses de marzo a mayo, el Ayuntamiento de Iznájar organiza el Urban Knitting. Más de 200 vecinas de la localidad y aldeas cercanas tejen, visten y recrean con ganchillo hasta el elemento más inverosimil que puedas imaginar.

En la pasada edición 2018 dedicaron cientos de horas de trabajo para representar a un grupo de turistas o un almuerzo con tapas -croquetas y morcilla incluídas- entre otras obras maestras.
En la Web urbanknittingiznjar.blogspot.com tienes más info. A ver si sacamos hueco y les hacemos una visita este año. ¡Tiene que ser una chulada!
Barrio de La Villa
Tras la inmersión cultural iznajeña era el turno del Barrio de La Villa, el casco histórico de Iznájar. Una zona que reúne buena parte de la historia de esta localidad y que está tapizada, toda ella, con un singular y bonito adoquinado.

Plaza de Rafael Alberti
Tras dejar de lado la Parroquia de Santiago Apóstol nos detuvimos en la Plaza de Rafael Alberti. Pura inspiración.

Un tranquilo y reluciente rincón rodeado de naranjos y granados en cuyo epicentro -decorando la base de una farola- no pudimos evitar detenernos para contemplar los azulejos que reflejaban con dibujos y pequeños poemas populares, los oficios y tradiciones -pasadas y presentes- de los iznajeños. ¡Olé qué arte! 🙂


¿Y por qué se llama así la plaza? En homenaje al maestro poeta por amar Iznájar. Un sentimiento que plasmó en su libro La Arboleda Perdida con el poema Torre de Iznájar. Un poema de que se puede disfrutar en el mosaico de azulejos que preside este lugar tan especial.
A estas alturas ya lo teníamos claro. Iznájar es uno de los pueblos más bonitos de Andalucía. 🙂
Biblioteca Municipal
Proseguimos unos pasos más y nos encontramos con la Biblioteca Municipal en la Plaza de Alí Ben Cacín.

Un antiguo depósito de cereal, de la época de Carlos III, reconvertido en recurso cultural muy valorado en la localidad tanto por la calidad y número de sus volúmenes como por su arquitectura. Una pena que fuera sábado y estuviera cerrada.
Castillo de Iznájar
Y por fin, ahí estábamos. En el punto más alto del cerro de piedra caliza sobre el que descansa la localidad cordobesa, en el Castillo de Iznájar.

Una fortaleza cuyo año de construcción y origen es incierto, aunque todo apunta que fueron los árabes allá por mediados del siglo VIII.
Nuestra intención era visitarlo pero… La chica que se encarga de hacer las visitas guiadas estaba ocupada esa mañana con otros quehaceres y nos dijo que hasta el lunes no sería posible. 🙁
Sí, sabemos qué estás pensando. Con este ya eran tres los lugares a los que no pudimos acceder. ¿Una señal para volver? ¡Es posible! 😉

Así que nada, nos quedamos merodeando por los alrededores y deleitando nuestra retina con las vistazas del Lago de Andalucía y del inmenso lienzo paisajístico que lo rodeaba.
Patio de Las Comedias
Tras un buen rato jugando con la cámara, decidimos emprender el camino de vuelta variando ligeramente el recorrido. ¿Y cuál fue nuestra sorpresa? Un precioso patio adornado con hasta 500 macetas y una buena colección de elementos decorativos típicos cordobeses pintados de un intenso azul chillón. ¡Qué maravilla!

Estábamos en la joyita iznajeña, el Patio de Las Comedias. Lo que en su día fue un antiguo teatro popular que entretenía al populacho se había transformado en una alegre explosión cromática que nos atrapó de lleno y sin pedir permiso.

Una cucada de sitio que a diario cuida, con admirable dedicación y esmero, Juani, la única propietaria que vive a día de hoy en esta zona de Iznájar.

Aún no hemos visitado los Patios de Córdoba pero dudamos mucho que ninguno de ellos supere la belleza de este lugar.
¡Si hasta tiene un “Rincón del beso”! Un romántico cobijo rodeado de flores con su propio banquito de piedra -cojines incluídos-… ¡Momento selfie! 😉

¡Qué derroche de buen gusto!
Torre de San Rafael
Y justo detrás de este encantador y seductor lugar, la Torre de San Rafael, la única torre del antiguo recinto amurallado que ha conseguido llegar invicta a nuestros días.

¿De dónde le viene el nombre? ¡Fácil! De la estatua de San Rafael que tiene en lo más alto. 😉

Mirador Cruz de San Pedro
De nuevo en la parte media de Iznájar, terminamos nuestro recorrido en el Mirador de la Cruz de San Pedro, un balcón estratégicamente situado desde el que apreciar y capturar la bella silueta de Iznájar.

Para llegar hasta él hay que recorrer la calle Virgen.
La imagen plasmada en el imán que nos trajimos de recuerdo estaba tomada justo desde este punto. 😉
¿Dónde comer en Iznájar?
Iznájar. Córdoba. Salmorejo -de tomate o de naranja-, guisillo, flamenquines, huevos “volaos”,… ¡Y todo regado con un buen chorreón de aceite de oliva virgen extra! ¿Nuestros sitios favoritos para tapear y/o comer? ¡A continuación!
Casa Juani. Sobremesas de calidad
¡Soberbio! Ya le habíamos echado el ojo en Trip Advisor antes de ir y superó nuestras expectativas. El restaurante Casa Juani no está como tal dentro del núcleo urbano sino a las afueras, justo antes de cruzar el puente que te lleva a Lucena.
Es un restaurante con una cocina tradicional y elaborada, de esos platos caseros que sientan el doble de bien. Con una carta bastante amplia, tanto de carnes como de pescados, y ensaladas originales.
Nosotras pedimos una deliciosa y refrescante ensalada de cítricos y langostinos -estando en tierra de naranjos ¡qué menos!-, un salmorejo que se comía sólo de lo rico que estaba y un par de platos de pescado: Bacalao y merluza. Ambos riquísimos y muy bien cocinados. Se notaba que el producto era muy muy fresco.
Y de postre, bizcocho de chocolate y tarta de queso. El bizcocho estaba de vicio aunque la tarta no nos acabó de convencer.
Tienen zona de barra por si quieres tapear y un salón con una amplia cristalera con vistas al Embalse de Iznájar (si quieres una posición estratégica reserva sí o sí, las mejores mesas están muy cotizadas 😉 )
Abuela María. De tapeo
El restaurante Mesón Abuela María, o Bar Las 4 Esquinas, sí está en el centro de Iznájar. Es el típico bar de pueblo con un salón y una barra amplia y mesas de madera. Fue el que visitamos la primera noche que llegamos y estuvimos tan a gustito.
Tras unas rondas de tapeo nos pedimos un par de platos. ¿Veredicto? Nos quedamos con su modo tapeo. Las tapas son bastante generosas, variadas y con cierto toque de innovación.
Al igual que en Casa Juani, la comida es casera y saben cocinar muy bien pero les fallan algunos platos. La merluza que pedimos estaba un poco seca… Pero bueno, tampoco probamos toda la carta, jejeje. ¿Punto a su favor? Las raciones son abundantes y a buenas precios.
Caserío de Iznájar. Cenas románticas
Incluímos al Caserío de Iznájar como tercera opción por el encanto de su terraza-patio andaluz.
Es el restaurante de nuestro alojamiento y la comida está bien pero normalita. Eso sí, ofrece un ambiente de lo más romántico, con árboles frutales, parras, una fuente por la que emana un fino y constante chorro de agua y una luz ténue. Para disfrutar de una velada tranquila y auténtica cordobesa es el lugar ideal.

¡Volveremos a vernos Iznájar! 😉
He estado varias veces en el pantano de Iznájar, en la zona de la fuente de la Dehesilla (Ops! Ahora no sé si he escrito bien el nombre de la fuente jeje). Es inmenso y un lugar precioso. No os creeréis que no conozco el pueblo y me ha gustado mucho lo que he ido leyendo de él en este post. Creo que la próxima vez que vaya a Córdoba merece una visita. Un saludo!
Os seguimos en directo, cuando hicisteis el viaje, y ya me había enamorado de Iznajar. Hoy, al leer el post, lo tengo claro: tenemos que ir algún día. Me ha hecho mucha gracia lo de “urban knitting”. Siempre me han gustado las iniciativas que unen al pueblo, como ésta, que al final las mujeres tienen que quedar por lo menos para decidir qué van a hacer cada año. Y luego seguro que se pasan las tardes haciendo ganchillo juntas, a ver a quién le sale mejor 😉😉😉. Por otro lado, aunque no pudisteis entrar en el castillo, las vistas desde allí son espectaculares. Me ha encantado todos los alrededores. Gracias por acercarnos a estos lugares poco conocidos.
Sí, Iznájar es una preciosidad y la verdad es que nos mola haberla descubierto casi por casualidad y sin haberla tenido planificada. Al final fue una muy muy grata sorpresa. A nosotras también nos pareció súper curioso lo del ganchillo, es un pueblo con muchas iniciativas populares. El otro día leímos que han “plantado” el árbol de los chupetes al lado de la guardería, para que a los niños les sea más sencillo desprenderse de la costumbre y así ayudar a los padres… ¡Viva la creatividad!
Un placer, como siempre, ayudaros a descubrir lugares nuevos de este increíble país. 😀
Un besazo,
Eli y Mar