La acebeda mejor conservada y más importante de Madrid es el Acebal de Robregordo y hoy nos hemos ido de senderismo para conocerla
Son numerosas las ocasiones en las que hemos mencionado que la Sierra de Madrid esconde verdaderas reliquias naturales. Dos buenos ejemplos de ello son El Bosque Finlandés, en Rascafría, o el Hayedo de Montejo, en Montejo de la Sierra -en plena Sierra del Rincón-. Pero, por supuesto, no son las únicas. Sin ir más lejos, este pasado fin de semana hemos conocido una muy especial, el Acebal de Robregordo, el bosque de acebos más importante de la Comunidad de Madrid. ¡Ahí es nada!
Buscábamos rutas de senderismo madrileñas de dificultad fácil-media que no estuvieran masificadas -y que no hubiéramos hecho ya- y dimos con ella. ¡Maravilla! ¿Te apetece conocerla? 😉
Dirección… Robregordo
El sábado amaneció algo nuboso pero sin restarle especial protagonismo al sol. Todo apuntaba a que la lluvias que daban para el finde respetarían, al menos, la mañana. No había tiempo que perder por lo que sin demora nos pusimos en la A1 dirección Robregordo. Un trayecto que nos llevó poco más de una hora. La salida exacta de la A1 es la 87.
Varios paneles digitales de la autovía anunciaban: “Parking de Puerto de Cotos completo”, “Parking de Navacerrada al 80%”,… Afortunadamente para nosotras, nuestro destino no es de los más visitados por los madrileños y nos tenía reservada nuestra plaza de aparcamiento. 😎
Robregordo nos dio la tranquila bienvenida que cabría esperar de un pueblo alejado de masificaciones turísticas. Las calles estaban completamente desnudas. Ni un alma. ¡Gustazo! Eso sí, justo cuando necesitábamos algo de orientación, apareció un hombre del pueblo que nos indicó maravillosamente bien dónde comenzaba la ruta para visitar los acebos.
Y es que, si bien nosotras pensábamos que llevábamos los deberes hechos, una vez en Robregordo, descubrimos que no era así pues la ruta que habíamos visto en Internet conducía a La Acebeda… pueblo. Sí, está la acebeda -bosque de acebos- y La Acebeda -pueblo- y, claro, pues no es lo mismo. 😛 Ojito con confundirlas.
De senderismo hacia al acebal de Robregordo
La ruta de senderismo que lleva a la acebeda de Robregordo se inicia en el Área Recreativa de El Plantío. Como en El Plantío no se debe aparcar, el coche lo dejamos unos metros más arriba, en un ensanche que hay en el lado izquierdo de la carretera justo antes de salir del pueblo. Lo identificarás sin problema pues hay un panel de madera grandote (bastante desgastado por el sol) y un poste con varias indicaciones.
¿Y qué indicación se debe seguir? La que señala dirección Dehesa de Robregordo. ¿Pero no íbamos a una acebeda? Sí, pero es que nuestro bosque de acebos está justo en la Dehesa Boyal de Robregordo. 😛
La zona de El Plantío nos pareció una delicia. Un área verde con instalaciones de juego infantil, un pequeño muro de piedra flaqueándola, el Río Madarquillos O de la Puebla -tal cual- con sus aguas cristalinas, un pequeño puente salvando el cauce y varios bancos de piedra blanca. ¡Ruralmente fabuloso! 😍
Pero bueno, prosigamos. Desde aquí, nuestro camino no tiene pérdida alguna pues tan solo hay que seguir la pista de tierra que sale a nuestra izquierda.
- Inicio: Área Recreativa El Plantío en Robregordo
- Dificultad: Fácil
- Pendiente acumulada: 130 metros
- Tiempo: 45 minutos ida
La pendiente es continua pero sólo acumula unos 140 metros de desnivel positivo por lo que se hace muy llevadera. 🙂
Tras unos cinco minutos atravesaremos una puerta metálica -que por lo general siempre está abierta- y, a continuación, una cancela que deberemos volver a dejar cerrada a nuestro paso.
Este camino es utilizado por los granjeros locales para hacer sus labores de pastoreo por lo que es más que probable que te cruces con algún mamífero cuadrúpedo. Nosotras nos topamos con un rebaño de vacas y cabestros que seguían la voz de su pastor. Nos hicimos a un lado hasta que la comitiva terminó su desfile y listo. 😀
Tras esto, no nos volvimos a encontrar con ningún ser vivo animal -ni humano- en todo el recorrido. En su lugar, disfrutamos de las espléndidas panorámicas de la serranía madrileña y de los acebos que salían a nuestro encuentro -algunos con un porte más que considerable- y que tanto honor hacían al nombre de la ruta general que hay en la zona: “Ruta del acebo”.
Levantamos lo que parecía un pequeño panel informativo y, efectivamente, así era. Describía algunos datos sobre este arbusto tan navideño, el acebo, el Ilex aquifolium. No estaría mal que las autoridades locales se preocuparan de que el panel se mantuviera erguido por sí mismo. 😉
Como a mitad de camino, verás que sale una bifurcación hacia la izquierda. Ni caso. Sigue adelante.
Aproximadamente 30 minutos después de haber comenzado en El Plantío, vimos que salía, también hacia la izquierda y justo al lado de un acebo enorme, un pequeño sendero -y que bien podría pasar desapercibido si no te fijas bien, pues la indicación que debería señalizar en dirección Dehesa de Robregordo también estaba en el suelo…-.
Casi casi habíamos llegado. Unos metros después de coger el sendero, se habría ante nosotras una gran explanada con un abrevadero para el ganado en su parte derecha. Estábamos en la Dehesa Boyal de Robregordo.
¿Y la acebeda? Pues justo en frente. Un mini bosque verde oscuro al que fuimos derechitas.
Nos adentramos en ella como si de una fortaleza natural se tratara. En apenas un par de pasos habíamos dejado de estar completamente expuestas en la dehesa para estar al cobijo de unos espectaculares ejemplares de acebo. La sensación fue de lo más especial. 🤩
Estábamos en la Acebeda de Robregordo. El acebal mejor conservado de la Comunidad de Madrid.
Acebos de varios metros de altura con fornidos y robustos troncos y un follaje tan tupido que apenas permitía asomarse al sol.
Un reconfortante refugio del abrasante calor veraniego y de las gélidas temperaturas invernales.
Y ahí nos quedamos disfrutando de este tesoro de la naturaleza un buen rato.
Jugamos con el objetivo de la cámara. Contemplamos el fotogénico contraste del intenso rojo de sus bayas con el deslumbrante y potente tono verde de sus hojas.
Y observamos sus troncos; algunos con los pies forrados de musgo y otros con decenas de muñones y alguna manchita blanca como seña de, posiblemente, alguna enfermedad… ¡Ojalá nada grave!
Y bueno, es cierto que el camino hasta aquí, aunque con buenas panorámicas, puede resultar un tanto sosaina (al menos en invierno), pero solo por visitar este rinconcito… ¡bien merece la pena!
Comprender la importancia y valor botánico de este bosque de acebos es tarea sencilla, ¿verdad? 😀 ¡Cuidémoslo!
Hola chicas: como se me va pasando un poco el yuyu a salir de casa, mi próxima escapada va a ser a El Canal de Castilla, por Frómista y alrededores; creo que merece la pena ver esa maravilla de la Ingeniería, de más de 200km y pasear por su orilla contemplando toda la naturaleza que, creo, la acompaña. Aparte de volver a disfrutar mirando esa otra maravilla que es la iglesia de San Martín, una joya románica bellísima. Ya estuve en Frómista hace unos años, pero por entonces no sabía de la existencia del canal, de manera que tenía que volver. ¿Habeis estado?. Un abrazo
Hola!
Nos alegra muchísimo que ese yuyu vaya desapareciendo y te animes a salir a seguir descubriendo todo lo maravilloso que hay ahí fuera! Pues la verdad es que no lo conocemos… Apuntadísimo queda Fromista para una escapadita de esas que tanto nos gusta hacer! Por cierto, ¿qué tal fue la escapadita? ¿te gustó El Canal de Castilla?
Muchas gracias Eli y Mar. Vuestra guía refleja fielmente el trayecto y nos permitió llegar a la dehesa y el acebal sin dificultades. Las fotos ayudan mucho, sobre todo la del sendero a la izquierda no muy bien señalizado.
Nos ha encantado el paseo rodeado de acebos y el acebal, aunque pequeño, es precioso.
30 Marzo 2021
Hola Darío!
No sabes cómo nos alegra haberte podido ayudar con nuestro post. La verdad es que vimos que era muy necesario pues apenas existía una info clara de cómo llegar, de hecho nosotras tuvimos que preguntar a varios vecinos, jejeje.
Y sí, aunque pequeñito, este acebal es una preciosidad!
Un abrazote viajero y mil gracias por leernos,
Eli y Mar