Nos damos un baño de elegancia, mimo y bienestar en el mejor lugar del mundo para disfrutar de la energía geotermal de La Tierra
Llevábamos soñando con poner un pie en la fascinante Islandia desde hacía años por lo que, pensamos… ¿por qué no comenzamos nuestra gran escapada por todo lo alto? 😛 Y así lo hicimos. Ampliamos nuestro plan inicial de “sólo” acceder al Blue Lagoon, con una reserva para la primera noche en el Silica Hotel, uno de los dos hoteles que dan servicio al famoso lago de aguas termales.
Pero ¿no os flipásteis un poco? Ya, sí, no te vamos a negar que fue un caprichazo. 583€ de caprichazo para ser más exactos. Pero ¡ojo! Hay que tener en cuenta que la tarifa incluye desayuno buffet y dos accesos premium al Blue Lagoon (106€ es su valor por persona). Es como si la habitación nos hubiera salido por 371€ que, bueno, barata barata no es pero, por una vez… 😉
Hasta aquí todo genial, perfecto y maravilloso. Lo que aún no sabíamos es que, días después, nos llevaríamos una gratísima sorpresa…
You have a reservation at Silica Hotel on the night of March 7th (Booking reference #76799SB035816).
We are delighted to inform you that you have been upgraded to a Junior suite at our five star hotel, the Retreat, located 1,5 km away from Silica Hotel. This is a complimentary upgrade.Fanney Ösp Finnsdóttir (Reception Manager at Silica Hotel)
Nos quedamos blancas. 😮 Leímos varias veces el email porque no podíamos creerlo. Nos habían realizado una upgrade gratuita y, en lugar de alojarnos en el Silica Hotel, pasaríamos la noche en una de las suites junior de su hotelazo de cinco estrellas The Retreat , el segundo de los hoteles del Blue Lagoon.
Un espacio que cuenta con SPA, su propio Lagoon y un amplísimo abanico de servicios especialmente diseñados para mimarte y hacerte sentir la persona más especial del planeta. ¡Y lo teníamos todo incluido! ¿Valor de nuestra nueva suite? ¡1149€! 😀 ¡Alucinando estábamos!
Welcome to The Retreat Hotel
Y el día llegó. Aterrizamos en Keflavík -el aeropuerto internacional de Islandia- como a las 9 y, como si de una gymkana se tratara, fuimos pasito a pasito -salida del avión, equipaje, alquiler de coche,…- completando las etapas hasta que, por fin, cuando el reloj marcaba las 11:05, la puerta de The Retreat Hotel se abrió para nosotras. 🙂
Aún era algo pronto y a nuestra suite le faltaba un pelín pero no nos importaba. Nuestro host -The Retreat Hotel asigna a cada invitado una persona específica para atenderle personalmente durante la estancia- se hizo cargo del pesado equipaje y nos invitó a sentarnos en uno de los confortables sofás del lobby del hotel mientras terminaban de prepararlo todo.
Una respiración profunda y otra y otra más. Estábamos en la salvaje Islandia, en el lugar más lujoso y plácido de toda la isla y rodeadas por un paisaje de lava de más de 800 años tan marciano como espectacular. Era como si, tras haber aterrizado en otro planeta, nos hubiéramos metido en una nave espacial. Eso sí, una nave elegante, llena de lujos y muy sofisticada. ¡Pasada de sitio!
Moss Junior Suite
Apenas media hora después, nuestra suite estaba lista. 😉
¡Y qué suite! De estilo minimalista, amplísima, con varios paneles de madera, suelo y paredes en gris volcánico en perfecta armonía con el paisaje, con su propia terraza, completamente domotizada y con una inmensa pared acristalada que nos permitía disfrutar de las impresionantes panorámicas del vasto campo de lava y por la que el solazo -más suerte no pudimos tener- entraba de lleno iluminándolo todo.
¿Y qué es todo? Pues el espacio de lectura con dos sillones orejeros, la mega cama de 2×2 de la que nos costaría mil levantarnos al día siguiente, la elegante bañera en mitad de la habitación y el baño excelentemente surtido con albornoces, zapatillas y una muestra de toda la gama de productos de belleza a base de minerales y aguas geotermales del Blue Lagoon que ellos mismos elaboran.
No tardamos ni dos minutos en quitarnos la trajinosa ropa de invierno y ataviarnos para la ocasión: Bañador, albornoz y pantuflas. ¡Mucho mejor! Total, la gran escapada que habíamos planificado para el primer día consistía, básicamente, en recorrer cada uno de los espacios de The Retreat Hotel y, para ello, no necesitábamos nada más… 😉
Retreat Lagoon
La primera parada no podía ser otra. Por fin había llegado el momento de sumergirnos en las famosas aguas azules atiborradas de sílice y minerales que tanto bien hacen a la piel, al cuerpo entero y ¡a la mente! Peeeeero, en lugar de ir al Blue Lagoon y compartir beneficios con el resto de viajeros, optamos por el Retreat Lagoon, las lagunas privadas de The Retreat Hotel. Son exactamente las mismas aguas, igualitas, pero mucho más íntimas porque estás prácticamente sólo. Únicamente se puede acceder a ellas si te alojas aquí o si has reservado pase en el Retreat SPA. ¡Fetem!
Fuera, -5 bajo cero. Dentro, entre 37 y 40 grados. Apenas dimos dos pasos desde donde dejamos el albornoz hasta la escalera de acceso pero ¡jopetas!, así en bañador, ¡qué frío! Pero ¡buah! una vez cubiertas por las calentitas aguas medicinales hasta el cuello, ¡qué gozada!
No recordamos el tiempo que pasamos allí yendo de una laguna a otra. ¿Tres horas? ¿Cuatro? Estábamos taaaaan taaaaan bien. Además, no hacía nada de viento y el cielo no podía ser más azul por lo que el bellísimo contraste entre el negro volcánico y el brillante azul de las aguas geotermales se acentuaba todavía más. Era súper chulo. Sobre todo cuando se formaba un halo de vapor de agua sobre nuestras cabezas. Nos sentíamos las personas más afortunadas del planeta. 😀
The Private Lagoon de The Retreat Hotel cuenta con servicio de bar. La primera consumición está incluida. 🙂 En una de las piscinas hay una pequeña ventana de madera que comunica con el personal del hotel por si te apetece tomar algo y mimarte también por dentro. 😉 Está genial, la verdad. El coste del resto de consumiciones te lo acumulan en la pulsera -apta para el agua y que es, propiamente, la llave de la habitación- que te dan al registrarte y ¡listo!
Por cierto, ¡no se pueden hacer fotos! Si quieres inmortalizar el momento, se lo pides amablemente al personal del hotel y ellos, con sumo gusto, te hacen la fotito. La intimidad y privacidad de cada cliente es algo que cuidan mucho en The Retreat Hotel. ¡Gracias!
Retreat SPA
Cuando consideramos que nuestra piel ya había absorbido suficientes propiedades geotermales pasamos a la segunda etapa. Sesión de SPA.
Retreat SPA .
“El Retreat Spa transporta su mente y cuerpo a nuevas dimensiones de paz y rejuvenecimiento.”
Literal. Damos fe. Salimos de allí casi levitando -al menos la sensación era esa- y con una piel tan suave, hidratada y radiante que, años no sabemos, pero algún mesecito recuperamos fijo. 😉 Ningún otro tratamiento, SPA o centro de cuidado nos la había dejado así antes. ¡Qué maravilla! Ojalá lo tuviéramos más cerquita para el día a día…
Vale, ¿y qué es eso del ritual?
En palabras de The Retreat Hotel, el ritual consiste en tres pasos (por supuesto, con un espacio separado para cada uno):
- Sílice. El elemento blanco estrella del Blue Lagoon. Limpia, fortalece la piel y le da una apariencia fresca, pura y radiante.
- Algas. El alga azul del Blue Lagoon es muy dinámica y se encarga de renovar, nutrir e hidratar la piel aportando un brillo juvenil y duradero.
- Minerales. La variedad de minerales excepcionalmente potentes del Blue Lagoon tiene efectos energizantes en la mente y el cuerpo, exfoliando lapiel y estimulando la circulación.
Así que allí nos ves a las dos. Mezclando en un bol el elemento que tocaba con la cantidad justa de agua hasta dejar una pasta razonablemente untable y embadurnándonos de pies a cabeza con ella. Unos minutitos de reposo para que secara e hiciera milagros en nuestra piel y sesión de aclarado bajo el chorro de agua que se activaba con nuestra presencia.
Y así, tres veces, una por cada paso. Y si nos habíamos olvidado de algo o teníamos alguna duda, ya se acercaba alguna de las amables chicas del personal para atendernos. ¡Cómo lo echamos de menos!
Pero no acabó ahí la cosa. Por si no hubiéramos tenido ya suficientes cuidados, después del ritual, nos fuimos a la “sala tester” -como la bautizamos nosotras- y probamos los diferentes productos de su línea de cuidado corporal que había disponibles y que, por supuesto, estaban ahí para que hiciéramos uso de ellos según nos apeteciese: Exfoliante corporal, cremita de pies, mascarilla facial, crema de manos,… Nuestra piel lo cató tó. 😀
Y ya para rematar, pues nos dimos un baño de vapor en la Steam Cave y dedicamos unos minutos a meditar a la luz del fuego en otra de sus salas.
Después de todo, normal que saliéramos flotando, ¿verdad?
Tras tanta “actividad”, sólo nos apetecía dejarnos mecer en una de las sillas nido colgantes con vistas al Retreat Lagoon que había disponibles. No podemos expresar con palabras lo extraordinariamente relajadas que nos llegamos a sentir. ¡Impresionante!
Momento Aurora Boreal
Y llegó la hora de la cena. Teníamos dos alternativas: Disfrutar de alguna de las exquisiteces que preparan en cualquiera de sus cuatro espacios de restauración o subirnos a la suite y organizar nuestro propio picnic con parte de lo que habíamos traído en la maleta y los productos –cortesía del hotel– del mini bar -agua, zumo, vinito, cerveza islandesa, cocktail de frutos secos y alguna cosita más-. Optamos por la segunda opción. Ya habría tiempo de sacar la VISA de paseo… 😉
Aún no nos habíamos terminado la primera copita de vino cuando…
(ring ring)
Corrimos como las balas cámara en mano hasta la terraza del piso superior y ahí estaba. Era ténue, apenas pintaba de verde una pequeña parte del oscuro y estrellado cielo islandés y no nos dio tiempo ni a colocar bien el trípode para capturarla de manera decente, pero ¡qué más da! Nos pareció igualmente mágica. Era nuestra tercera aventura con la escurridiza dama verde y estábamos muy felices: Tromsø, Rovaniemi y, ahora, desde el Blue Lagoon. ¡Yuuuju! Vale que no era el objetivo principal de esta escapada pero oye… ¡de fábula!
Y así, con el inesperado saludo de la Aurora Boreal, y con una sonrisota de oreja a oreja, despedimos el primer día en la sorprendente isla de hielo y fuego.
¡Buenas noches Islandia!
¡A desayunar!
Ese momento en el que abres los ojos, miras a tu alrededor y te cercioras de que, efectivamente, estás en uno de los países más alucinantes del planeta, envuelta entre algodones y sabes que te espera un deliciosísimo y completo desayuno buffet con el que estarás alimentada todo el día… ¡Ese momento!
El hotel nos daba la posibilidad de componer nuestro propio desayuno a la carta y solicitar que nos lo subieran directamente a la suite pero preferíamos elegir aquello que se nos fuera antojando. A tí también te pasa ¿verdad? Además, podíamos bajar en albornoz. ¡Gustazo!
Arenques, hummus, brócoli, salmón, queso brie, el famoso skyr islandés -ese producto lácteo a camino entre el yogur y el queso que se fabrica en Islandia desde que los primeros vikingos poblaron la isla-, guacamole, rabanitos, un buen remix de hortalizas y frutas, bollitos para los más golosos, panes a cual más tierno, zumos naturales de todos los colores, frutos rojos y así hasta el infinito. 😀
La sección ovípara nos la preparaban en el momento: Tortillas variadas, huevo cocido, a la sartén, pasado por agua o a la Benedictine. Como mejor nos pareciese. ¿Nuestra elección? Huevo a la Benedictine y una jugosísima tortilla de espinacas. Cuando los platos se preparan con cariño… ¡qué bien salen!
¿Lo disfrutamos? Estuvimos casi dos horas desayunando… ¡No hace falta decir nada más! 😉
Tras el distendido viaje por el mundo de los sabores de las papilas gustativas, no nos quedaba mucho más tiempo… A las 11 debíamos marchar. Un nuevo bañito en las aguas del Retreat Lagoon, una duchita rápida, hacer la maleta y ¡c’est fini!
22 horas había durado nuestro retiro en este templo del mimo y del bienestar de los sentidos ¡de todos! Dicen que la felicidad está en el interior de cada uno. Es cierto, como también lo es que The Retreat ayuda, ¡y de qué manera!, a que profundices en ese interior. 😉
No alcanzamos a decir adiós. Un hasta luego nos pareció más apropiado. #LaGranIslandia aguardaba. 😀
Alucinada me he quedado. Una experiencia que no se olvida sin duda. Qué bonito todo, qué detallazo el del hotel con el cambio de habitación y que preciosidad de fotos, decoración y espacios. Me ha recordado esos programas de la tele de hoteles de ensueño.
Es genial regalarse momentos así. Da como vidas extra 😉
Si algún día nos animamos a conocer Islandia igual ¡nos damos el capricho!
¡Un abrazo!
¡Vaya suerte tuvisteis! A nosotros nunca nos pasan esas cosas…
El hotel desde luego es como para quedarse a vivir: qué habitación, qué desayuno… Todo de diez.
Al final la inversión que hicisteis para daros un caprichito, se convirtió en un caprichazo, jeje. Enhorabuena. 🙂
Saludos.
¡Madre mía! Me he ido emocionando según os leía. Si Islandia ya solo es un sueño, vivir momentos en este hotelazo que hasta os avisa de cuando hay aurora boreal… ¡Es un lujazo! Menuda experiencia vivir el Blue Lagoon desde aquí, y con un sitio tan cuidado.