Nos adentramos en el corazón de La Pineta para subir hasta Los Llanos de La Larri, una vasta pradera abrazada por el imponente Macizo de Monte Perdido
Rutas de senderismo que muestren la belleza y espectacularidad del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido hay muchas y muy diversas. Una de las más conocidas y completas es la que permite subir hasta la vasta llanura de los Llanos de La Larri, en el Valle de la Pineta, uno de los sectores del parque nacional.
¿Y qué tiene de especial esta senda? Pues que exhibe, como ninguna otra, todos los elementos naturales que convierten al Valle de La Pineta en una de las zonas más majestuosas del Pirineo Aragonés. Así es como nos la describió Carmen -la dueña de la acogedora Casa Rural Casas de Zapatierno donde nos alojamos y una enamorada de la naturaleza pirenaica-.
Con esta ficha de presentación, ¿cómo no incluirla en los planes de nuestra primera escapada de 2019? 😉
Desde el aparcamiento de La Pineta
La ruta de Los Llanos de La Larri comienza en el parking del Valle de La Pineta, como la gran mayoría de rutas que hay por la zona. Un área donde, además, se ubica el punto de información -chapado, era 6 de enero-, el exclusivo Parador Nacional de Bielsa y la histórica Ermita de Nuestra Señora de Pineta.
¡Nos pillaba cerca! Casas de Zapatierno está justo en la carretera HU-V-6402 (popularmente conocida como carretera del parador) que comunica la preciosa villa de montaña de Bielsa con el propio parking. En apenas 10 minutillos estábamos por allí, con el amplísimo aparcamiento para nosotras solas… 🙂
Teníamos dos opciones para subir a los Llanos de La Larri:
- Tomar el camino que nace tras la Ermita Pineta. Pronunciada subida atravesando un hayedo y bajada por la cómoda pista forestal para terminar nuevamente entre hayas.
- Elegir la senda que nace en el aparcamiento. La pista forestal comienza entre hayas, continua con un incremento paulatino de la pendiente y bajada pronunciada por el hayedo. ¡Nos quedamos con ésta! 😉
Como ves, elegir una u otra tan sólo depende del esfuerzo que quieras dedicar a la subida.
Tipo: Circular
Dificultad: Sencilla
Desnivel: 300 metros
Distancia: 5,6 km
Una cómoda pistal forestal para comenzar
Entre hayas y abetos, y con la mirada clavada en las montañas parcialmente nevadas, comenzamos a dar los primeros pasos hacia Los Llanos de La Larri.
Imaginamos este bosque en primavera ¡o en otoño! Repleto de verdes, ocres, naranjas y rojizos. Rebosando alegría y deslumbrando a sus visitantes. 🙂 Con los hayucos otoñales preparados para alimentar a los muchos animales que habitan estas masas forestales.
Pero estábamos en invierno y el gris de las caducas ramas de los hayedos fue el encargado de darnos la bienvenida. Nos gustaba igualmente. El paisaje era súper chulo. Por un lado, los paredones rocosos y blancos, por otro, la desnudez del hayedo y justo en medio, sobresaliendo, el intenso verdor de los atemporales abetos. 🙂
Bien es verdad que esperábamos verlo todo cubierto de blanco pero, qué se le va a hacer, las nieves, este año, han venido con retraso… 😉
Primera parada. Cascada del Cinca
Tras algo más de veinte minutos de tranquilo paseo, y con la mitad del atuendo en el brazo por la calor que hacía, llegamos al pequeño puente que salva el Río Cinca.
Un puente sencillote del todo -metálico y de color verde- que ejerce fenomenalmente bien su función y, de paso, ofrece una inmejorable panorámica de la famosísima Cascada del Cinca.
No bajaba excesivamente cargada de agua -habría que verla en primavera con el deshielo 🙂 – pero sí con caudal suficiente para poder apreciar el intenso tono turquesa de las pozas que forma a su paso y la espectacular pureza de las aguas del Pirineo. ¡Una maravilla! Absolutamente cristalinas.
El solazo que lucía el señor lorenzo conseguía que, por momentos, nos entraran verdaderas ganazas de darnos un chapuzón. Luego comprobábamos la gélida temperatura del agua y el deseo se desvanecía como por arte de magia, jejeje.
Seguimos ruta. A partir de aquí, la senda empieza a ganar algo de desnivel pero muy levemente, como ya nos habían advertido, por lo que el camino sigue siendo fácil de recorrer. 😉
A nuestro paso aparecían indicaciones para tomar otras rutas de senderismo, como la que permite subir hasta el Lago de Marboré, uno de los lugares más impresionantemente bonitos -según dicen- del Valle de La Pineta.
Eso sí, llegar hasta él no es fácil. La ruta del Lago de Marboré presenta dificultad alta y está reconocida como de las más duras del Pirineo… Aun recordamos la cara de desconcierto que puso Carmen cuando le medio mencionamos que teníamos intención de hacerla. Nos dijo que ni soñando, que en invierno nada de nada, sólo si éramos expertas alpinistas -y casi tampoco-. ¡Qué remedio! Habrá que entrenar y volver en otra época…
Segunda parada. Cascada de La Larri
Sí, la cosa iba de cascadas. Esta vez estábamos frente a la señora Cascada de La Larri. 🙂
O, mejor dicho, cascadas, pues este bellezón natural, está formado, en realidad, por varios saltos de agua.
Los dos primeros están aquí, en este punto de la ruta, pero continúan ininterrumpidamente ladera abajo hasta la zona conocida como Cascadas de La Larri. Desde el parking de La Pineta se tardan menos de 15 minutillos en llegar y merece mucho la pena. De hecho, fue la primera mini excursión que hicimos el día que llegamos. Fue nuestro particular reconocimiento del terreno.
Si te apetece verlos todos, puedes realizar -de subida o de bajada- la senda escalonada que los comunica.
Estábamos cerca. Una señalización nos indicaba que apenas quedaban 10 minutitos para llegar a Los Llanos de La Larri si optábamos por subir “cuál cabras” ladera arriba. Si seguíamos la pista forestal, había que sumarle 5 minutos extra. 😉
¡Hola Llanos de La Larri!
Y por fin, ahí estábamos, frente a la extensa llanura que recibe por nombre Llanos de La Larri. ¡Era inmensa! A lo lejos vimos a una pareja que parecían hormigas chiquititas en comparación con su descomunalidad. De verdad ¡brutal! Una auténtica maravilla de paisaje.
Un paisaje al abrigo de los mismos gigantes rocosos desnudos que nos vigilaban ya desde bien abajo. Habíamos visto imágenes de este lugar cuando la primavera la viste de verde o cuando el invierno le pone el traje blanco, pero no así. El tono amarronado del pasto seco se fundía con el de las paredes montañosas dibujando una escena de una fuerza extraordinaria a la vez que singularmente atractiva y envolvente. Contemplarla, emocionaba.
Como emocionaba darse media vuelta y plantar la mirada ante el imponente Macizo de Monte Perdido y la hilera de cumbres que lo acompañan. ¡Fascinante! 🙂
La sensación era la de encontrarnos en un lugar remoto, único y tremendamente especial. Créenos si te decimos que Los Llanos de La Larri es de los rincones naturales de España que más nos ha sobrecogido e impresionado. Perdimos la cuenta de las fotos que hicimos.
Desde nuestra perspectiva no conseguimos apreciar al protagonista indiscutible de toda esta zona, el Glaciar del Monte Perdido. O, sencillamente, nuestra desentranada mirada no pudo dar con él. Es igual, lo importante es que está aunque, por desgracia, en retroceso.
Descenso entre hayedos
El tramo de descenso siguiendo la indicación “Pradera de Pineta” fue ágil, muy ágil, y con una interesante pendiente -esa que no quisimos subir 😉 -. Un recorrido que atraviesa otro hayedo. Pero esta vez, el paisaje no era apagado, ni gris. Todo lo contrario. Era como si, de repente, hubiéramos regresado al otoño. 🙂
Las hayas estaban igualmente desnudas, tras haber tapizado el suelo con sus hojas, pero el resto de vegetación estaba frondosa y verde, muy verde. Con el musgo y los líquenes colonizando los troncos de los árboles. Era como pasear por un bosque de cuento. Acordarse del Hayedo de Montejo o de la Selva de Irati fue inevitable.
Eso sí, ¡importante! Mira muy bien antes de plantar el pie si quieres evitar lesiones tontas. La senda es estrecha y se retuerce en zig zag montaña abajo entre infinitos riscos sueltos y toscas raíces que han aflorado a la superficie. Cualquier pisada en falso puede acabar en un indeseado esguince….
Tras algo menos de media hora, aparecimos, ilesas, detrás de la Ermita de La Pineta.
La ruta había finalizado. Estábamos algo agotadas pero ¡pletóricas y felices! por haber palpitado en el corazón del Valle de La Pineta y por haber aprovechado la oportunidad de conocer una de las caras con más personalidad y carácter del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
¡Ah! Y ¡felicidades! por tu reciente centenario. 😉