La Puerta de Santiago es la primera pista a seguir para descubrir los más valiosos secretos del recinto amurallado de Trujillo. ¿Te unes a la aventura?
Un mapa, un tríptico informativo, un sombrero que nos protegía del sol y una botella de agua de litro y medio; ese era el kit de las Cazatesoros en nuestra aventura de descubrir los tesoros del espectacular recinto amurallado de Trujillo. Sólo nos faltaba la pala y una brújula para haber protagonizado una película de piratas … bueno … y un barco 😉
Los tesoros del recinto amurallado de Trujillo
Dejando a la izquierda la Iglesia de Santiago – visitable por 1.40€ – y con esta fantasía en nuestra imaginación, nos adentramos por la Puerta de Santiago, uno de los siete accesos con los que en su día contaba la muralla – ahora sólo quedan cuatro (Santiago, San Andrés, de la Coria y Arco del Triunfo) -.
En este arco, de carácter defensivo en tiempos medievales, pudimos contemplar los escudos de la familia Altamirano y de los Reyes Católicos. Dos familias de la alta nobleza española que tuvieron gran peso en la ciudad.
Las calles ligeramente empinadas se recorrían con tranquilidad, no había mucha afluencia turística ese día por lo que pudimos deleitarnos plácidamente. 🙂
Dejamos a la izquierda un mesón en el que debía de comerse de lujo … Un gran letrero con el texto “Horno de leña” nos invitaba a entrar, pero fuimos fuertes y continuamos nuestra misión … quizás más tarde. 😉
Pocos pasos después llegamos hasta el primero de los tesoros, el Monasterio de San Francisco el Real de La Coria, fundado en la segunda mitad del S. XV y donde profesaban las élites de la nobleza local, hecho que lo convertiría en uno de los más prósperos de Trujillo.
Hoy día alberga la Fundación Xavier Salas – dueño del monasterio desde 1970 – encargada de la importante labor de promoción y defensa del patrimonio histórico trujillano.
La impoluta Plaza de Santa María nos ofrece el segundo de los tesoros del recinto, nada más y nada menos que la Iglesia de Santa María La Mayor. Esbelta y cuidada, así percibimos la imagen de la que siempre ha sido considerada el icono religioso más importante de las tierrras de Trujillo y el segundo de toda la Diócesis de Plasencia.
Para las enamoradas parejas de novios, casarse en este templo religioso es todo un orgullo, de hecho nuestra visita coincidió con una boda … 🙂
Observándola no parece estar erigida hace más de 700 años …
Justo en frente descubrimos el busto fuerte y rudo de Francisco de Orellana, gran aliado de Francisco Pizarro en las numerosas batallas por la conquista de Sudamérica.
Lo saludamos, hablamos con él intentando que nos contara alguna de sus batallitas, pero no parecía estar muy parlanchín … 😉
Un estrecho y sombreado callejón finalizaba en una vieja casa con parte de la deteriorada fachada pintada de azul, supusimos que se trataba de la vivienda particular de algún trujillano …
Tomar el fresco aquí en verano debe ser toda una gozada!!
Pocos metros después conseguimos vislumbrar nuestro siguiente tesoro, La Alberca, posiblemente el monumento más original y desconocido del conjunto histórico trujillano.
En sus más de 1000 años de existencia, esta poza islámica, de 14 metros de profundidad, ejerció las funciones de abrevadero de ganado y baño público.
Con paso firme y dejando a la derecha la Puerta de San Andrés – con su escudo de Los Austria -,
llegamos a la Plaza de los Altamirano, ubicación del Alcázar del mismo nombre, un alcázar que contaba con dos torres y que, debido a su gran altitud, constituyó el segundo valuarte defensivo más importante de la ciudad.
En el centro de esta misma plaza, tres pequeños pozos dejan entrever uno de los tesoros olvidados de la ciudad extremeña, El Aljibe árabe de los Altamirano.
Sus grandes dimensiones – 13 metros de largo, 10 de alto y 12 de ancho – sumado a la belleza y buen estado de conservación, hacen que sea una visita obligada. Nosotras lo teníamos como hito en nuestra misión, pero no nos dio tiempo … 🙁
Esta soleada plaza nos sirvió para tomar un respiro y coger fuerzas, hacía un día de lo más apacible y en esta parte alta de la ciudad se estaba realmente bien.
Minutos después pusimos rumbo al tesoro trujillano por excelencia, el Castillo árabe de Trujillo.
Era una de las conquistas que más ilusión nos hacía, desde la parte baja se dejaba ver y su perfil era realmente asombroso. Ubicado en el Cerro Cabeza del Zorro, el Castillo de Trujillo – S. XIII – se erigió sobre una alcazaba árabe de la que todavía se conservan dos aljibes.
Adquirimos nuestros pases – 1.40€ p.p – y accedimos a través de su patio de armas subiendo hasta su muralla para recorrerla enterita, sus 14 torres incluidas. 😉
Pasamos más de dos horas disfrutando de las impresionantes vistas que ofrecía,
jugando en las casetas de lo guardias,
y observando cada uno de sus elementos en detalle.
Desde uno de sus laterales pudimos ver la ermita de San Pablo, construida dentro del propio castillo en el S. XVI para conmemorar el día de la reconquista de Trujillo.
¿Sabías que en el Castillo de Trujillo se encuentra uno de los vértices geodésicos del mundo?
Pues sí, ahí estaba, aportando su señal informativa para la posterior creación de mapas de toda la geografía mundial. Nunca habíamos visto uno y nos pareció realmente interesante.
Observando el horizonte puse a volar mi imaginación, intentaba reproducir los episodios de los que aquellas calles y muros habrían sido protagonistas tiempo atrás, poner cara a los grandes conquistadores cuando venían con buenas nuevas para la realeza española, sentir la ilusión de los mercaderes para vender sus más valiosa mercancía traída de diferentes rincones de Extremadura, … Una serie de conquistas, nuevos descubrimientos y oportunidades, … historias y acontecimientos que marcaron para siempre esta hermosa ciudad. Trujillo, qué bonito eres!!
Salimos del castillo y nos dirigimos nuevamente a la parte baja del recinto amurallado, nos quedaba un importante tesoro que descubrir, el Museo de Francisco Pizarro, residencia de la familia Pizarro en el S. XV, quienes, haciendo uso del derecho que les otorgaba pertenecer a la nobleza, construyeron su hogar dentro del propio recinto amurallado. 😉
En el patio exterior, unas macetas con plantas originarias de diferentes zonas de América intentan transladarnos la importancia que los grandes conquistadores de esta ciudad tuvieron para el descubrimiento de este nuevo mundo.
En el interior, la planta baja reproduce las estancias que Francisco Pizarro tuvo como hogar y la planta alta relata, a través de carteles y documentos perfectamente aislados y protegidos, las historias, hechos y episodios más relevantes durante la conquista de esa nueva Tierra llamada América!
La misión de las Cazatesoros había llegado a su fin, habíamos conseguido descubrir los más valiosos secretos de la ciudad de Trujillo, tesoros que nos habían mostrado una ciudad viva, atractiva y sugerente, una ciudad que había conseguido una nueva conquista, la nuestra!