Nos vamos de excursión a la Isla de Benidorm, un pequeño paraíso del Mediterráneo donde habitan las gaviotas y una maravillosa fauna submarina. ¿Te vienes?
Que levante la mano quien haya visitado Benidorm en alguna ocasión. ¡Qué de manos! Y ahora, que levante la mano quien haya visitado su isla. ¿Nadie en la sala? Nosotras, a día de hoy, sí que por fin podríamos alzarla bien alto. 😀
Eso sí, hasta hace muy poquito, ni la habíamos pisado ni sabíamos que existía. ¡Ya nos vale!
DE ahí que nuestra gran escapada benidormense de este pasado verano, comenzara en ella. El primer día que amanecimos en Benidorm, nos fuimos derechitas al puerto para tomar el ferry de las 11:00 de la mañana y, en menos de 15 minutos, estábamos desembarcando en su isla. ¡Visto y no visto! Todos con nuestras mascarillas, claro está.
Y bueno, fueron 15 minutos porque, antes de atracar, el barco se da una vueltita por el litoral de la isla para que, quien quiera, pueda embobarse con la visión submarina gracias a las ventanas acristaladas que hay en el casco. Por supuesto, nosotras, quisimos, jejeje. ¡Qué de pececitos! 😍
- Precio: Ida y vuelta por 15€ (adultos) y 12€ (niños)
- Horario: Todos los días, cada hora, entre las 10:00 de la mañana y las 17:00 de la tarde. Como este horario puede cambiar dependiendo de la época del año, lo mejor es que consultes directamente a la Oficina de Turismo
- Duración del trayecto: 15 minutos
- ¿Dónde adquirirlo? En la propia taquilla del puerto
- Método de pago: Metálico o tarjeta de crédito
- ¿Qué llevar? Escarpines o cangrejeras, snorkel o equipo de buceo, zapas de senderismo y gorra
- + info: El precio incluye visión submarina desde el propio barco
Un breve trayecto en el que nos llenamos la retina con la amplia panorámica del skyline de la ciudad alicantina. ¡Chulada! Sí, como ya te confesamos en la anterior visita a Benidorm, su modelo urbanístico y arquitectónico nos atrae mucho, mucho. 🙌🏽
Un poquito de info sobre la Isla de Benidorm antes de continuar
La Isla de Benidorm forma parte del Parque Natural de la Sierra Helada -Serra Gelada en valenciano-. Apenas tiene una altura de 73 metros en su punto más alto y no está habitada. Al menos, no por humanos, porque gaviotas hay para dar y tomar, jejeje. De hecho, notarás su presencia sin necesidad de verlas, sólo necesitarás tu olfato…
De punta a punta, la isla mide 350 metros y tiene un sendero que la recorre y que permite llegar a su faro. La senda está delimitada para proteger tanto el terreno como su flora y fauna. No hay que olvidar que estamos en un espacio protegido y debemos ser cuidadosos. Además, cuenta con paneles descriptivos con info y curiosidades de la isla.
Y, como ya hemos mencionado, este islote es uno de los mejores lugares para la práctica del snorkel y el submarinismo del Mediterráneo por sus ricos fondos marinos. ¡Hay hasta una ruta definida! Aquí tienes más detalles.
Vale que nosotras solo nos dedicamos a sumergir la cabeza y dar vueltas hipnotizadas con el armónico movimiento de los peces yendo de un lado a otro, pero si tu eres un experto submarinista, que sepas que puedes explorar la Cueva del Chango, Punta Garbí, los Arcos y, no muy lejos, también La Llosa, una montaña sumergida situada al sur de la Isla de Benidorm que ofrece una de las inmersiones más espectaculares del Mediterráneo por sus cuevas y su abundante fauna marina. ¡Casi nada!
Hola, Isla de Benidorm
¡Qué aguas! Azules, verdes, turquesas,… Y qué intensidad de tonos. El Mediterráneo en todo su esplendor. Unos tonos que, por mucho que los veamos en las costas que bañan a otros pueblos costeros como Calpe o Guardamar, no nos cansamos de ver. Qué ganas de desembarcar para sumergirnos.
Por cierto, ¡importante! no te olvides tus escarpines o cangrejeras porque los vas a necesitar, y mucho, para acceder a las zonas de baño pues el terreno es mayormente piedra rugosa y bastante resbaladiza en la parte donde azota el mar. Y bueno, unas zapas de senderismo y gorra te vendrán muy bien si tu idea es patearte los senderos de la isla. 😉
Dicho esto, vamos allá. La primera zona en la que estuvimos fue la que está junto al restaurante -que es donde te deja el barco-. Subes una pequeña rampa escalonada, desciendes la escalerita que sale a mano derecha y ¡voilá!
Es bastante anchita y está muy bien delimitada por unas boyas para que no entres en mar abierto. Al principio pensamos que todos los que íbamos en el barco nos quedaríamos ahí y nos agobiamos un poco pero no; la inmensa mayoría se dispersó entre el restaurante y otros caminos así que, ¡genial!
Como nuestra idea era pasar la mayor parte del día en la isla, pues tampoco es que hubiera prisa ninguna. Nuestros únicos cometidos eran tomar el sol -aunque la superficie no era la más cómoda del mundo- y zambullirnos para saludar a la maravillosa y espectacular fauna submarina que vive por aquí.
¡Mira qué chulada!
Aunque no había mucha gente alrededor, sí que nos apetecía estar un poquito más tranquilas así que le consultamos a uno de los camareros del restaurante y nos pusimos rumbo a una zona de baño que apenas estaba a 10 minutos.
Subimos una pequeña pendiente, tomamos uno de los senderos que salía a mano derecha y en seguida vimos el camino que descendía de nuevo a la costa.
Y aquí sí, estábamos nosotras y el Mediterráneo. Y nadie más. ¡Gozada absoluta! Nos parecía alucinante como, en menos de 15 minutos, habíamos pasado de estar en la bulliciosa y petada Benidorm a estar en un auténtico paraíso marino completamente en la intimidad. Si tienes la ocasión, ¡ni lo dudes!
Tras un par de horas “a remojo” flipando con la cantidad de vida submarina que habíamos visto, hicimos un break para tomar el bocata que nos habíamos llevado y relajarnos un poco con un buen libro. La idea para la segunda parte del día era patearnos de cabo a rabo el sendero de la isla pero hacía una calor demasiado agobiante y no lo consideramos prudente… Puede que la próxima vez.
Así que volvimos al restaurante para disfrutar su café de puchero -así es como los preparan aquí- y esperar al próximo barco que nos llevara de vuelta a Benidorm. Nuestra primera excursión a la Isla de Benidorm había llegado a su fin.
Había sido un día de desconexión que nos había cargado las pilas a tope. ¡Que buena falta hacía! ☺️