Paseamos por la Ribeira dos Caldeirões entre cascadas y molinos de agua. Un escenario de cuento en un entorno natural envidiable
El Parque de la Ribeira dos Caldeirões fue uno de los primeros puntos marcados en nuestro particular mapa de Qué ver en São Miguel. Habíamos visto fotos de su flamante cascada por todos lados y, claro está, nosotras también la queríamos disfrutar. Lo que no imaginábamos es que nos íbamos a encontrar con uno de los espacios naturales más bonitos y fotogénicos de toda la isla…
Ribeira dos Caldeirões
Ese día estábamos recorriendo la zona Nordeste de São Miguel por lo que, tras una parada gastronómica estratégica, pusimos rumbo a la Ribeira dos Caldeirões. ¡Había llegado su turno!
Apenas un minuto después de tomar el desvío claramente señalizado de la EN1-1A -carretera principal circular que recorre toda la isla- llegamos hasta el Mirador de la Ribeira dos Caldeirões. Dejamos el coche, subimos hasta la plataforma protegida con una barandilla de madera y abrimos la boca de par en par… ¡Qué bonito! 🙂
Casitas de piedra, frondosa zona de vegetación a la derecha, ladera más desnuda salpicada de palmeras a la izquierda, caminos que parecían pintados y una lengua de agua recorriéndolo de arriba a abajo. El escenario de la Ribeira dos Caldeirões ¡parecía sacado de un cuento! 🙂
No tardamos ni dos segundos en volvernos a subir al coche – cortesía de GoldCar – para bajar hasta el parking gratuito que había pocos metros después. Estábamos deseando andar esos senderos…
Como buena anfitriona, la fabulosa cascada tantas veces admirada en fotos nos saludó en primer lugar. ¡Qué maravilla!
Los incesantes chorros de agua caían a borbotenes montaña abajo con una fuerza mayúscula, tanto que sobre las rocas de la base parecía reposar nieve.
A la derecha de este hipnotizante torrente de agua aparecía en escena un delicioso paisaje con otra cascadita más modesta. Estuvimos estudiando la forma de aproximarnos hasta ella, pero no había camino de acceso que estuviera seco. Decidimos disfrutarla desde la distancia… 😉
Con la ilusión de seguir descubriendo los tesoros que deparaba este bellísimo parque, cruzamos al otro lado de la carretera. Por supuesto, en compañía de la omnipresente agua.
A este lado, nos topamos de frente con un bar, servicios y hasta una tiendecita de souvenirs. 🙂 No le falta de nada a la Ribeira dos Caldeirões. 😉
Es admirable lo cuidado que está este espacio natural… Las administraciones portuguesas han querido poner en valor la riqueza paisajística así como el conjunto de molinos de agua y las estructuras de caminos y canales existentes. Uno de los antiguos molinos funciona a día de hoy como Museo Etnográfico.
Objetivo conseguido. El Parque Natural de la Ribeira dos Caldeirões parece un museo al aire libre. ¡Aplauso!
Mira qué monada… 🙂
La Ribeira dos Caldeirões es el paraíso para los amantes de la naturaleza y la fotografía. ¡¡Más fotogénico imposible!! 🙂
Una cascadita por aquí, …
…, un carro de madera e intenso color rojo por allá, …
…, un molino de agua aún en funcionamiento un poquito más adelante, …
…, un merendero habilitado para barbacoas, …
… y, ¡cómo no! Otra espléndida cascada al fondo. No nos puedes negar que parece una pomposa melena de agua sobre una cabeza humana… jejejeje 🙂
Justo al lado vimos un sendero que se adentraba por la espesura del bosque. Y como nos gusta meternos por todos los rincones que podemos, pues allá que fuimos…
El camino estaba perfectamente definido, entre una barandilla de madera y la pared de la colina. Y el entorno… ¡Una gozada! A uno y otro lado, paisajes vírgenes atiborrados de flora autóctona se superponían unos a otros en un intento de hacerse hueco para seguir expandiéndose.
Se nos llenaban los ojos con tanto verde. Estábamos embobadas ante el espectáculo cromático que nos rodeaba…
Si tienes la oportunidad y vas sin prisa, te lo recomendamos. Pasear por la naturaleza salvaje de Azores es tremendamente reconfortante y muy muy relajante.
El único pero es que debíamos tener cuidado con dónde plantábamos el pie para no embarrarnos, ya que el suelo estaba ligeramente encharcado de tanta lluvia. 😉
Casi sin darnos cuenta habían transcurrido dos horas. ¡Qué rápido pasa el tiempo cuando estás entre naturaleza! 😉 Sin dejar de echar la mirada atrás, y con el regocijo de haber visitado un lugar excepcional, volvimos de nuevo a la carretera. #LaGranAzores debía continuar… 😉