Hórreos, cruceiros, casas marineras con sus balconadas de piedra de granito...Visitando Combarro pensarás que estás en el S. XVIII. ¿No te lo crees?
Combarro es un pueblecito que está a escasos 6 km de la ciudad de Pontevedra dirección O’Grove. Perteneciente a la parroquia de Poio, es uno de los enclaves de las Rías Baixas con más encanto e historia.
Declarado conjunto histórico, artístico y pintoresco en 1972, su gran atractivo se lo proporcionan los diferentes cruceiros, casas marineras y los más 60 hórreos que Combarro todavía conserva. Sí sí, has leído bien, más de 60 estructuras perfectamente conservadas repartidas por las diferentes calles que componen la localidad, 30 de los cuales están concentrados en el casco antiguo.
Utilizados para guardar el grano, en su origen, los hórreos eran construidos con cañas trenzadas y techo de paja, pasándose luego a utilizar la piedra y la madera, elementos que han permitido que persistan hasta la actualidad en tan buen estado.
Precisamente este material, la piedra de granito, es otro de los grandes protagonistas de Combarro. La localidad está emplazada sobre este material que se ha utilizado desde siempre no sólo para construir los hórreos y los cruceiros, sino también algunas casas y balcones.
Y surgió el amor por Combarro
Nosotras supimos de este pueblo unas semanas antes de iniciar las vacaciones. Skyscanner lo incluía en su listado de pueblos más bonitos de Galicia, e inmediatamente surgió un amor a primera vista…Nos pareció encantador y con un gran atractivo, pero para más inri estaba a poco más de una hora de Corrubedo, el pueblo donde teníamos el alojamiento. Sería el destino?? jejeje 🙂
El día que decidimos visitarlo amaneció algo nublado pero no eran nubes peligrosas…afortunadamente. Llegamos a Combarro sobre las 12 de la mañana y después de dar unas cuantas vueltas sin encontrar aparcamiento, decidimos dejar el coche en el parking de pago que hay en el Club náutico, el parking gratuito que estaba justo al lado y las calles aledañas estaban totalmente completas 🙁
Nada más bajarnos del coche dimos un paseo por los alrededores del puerto visitando las diferentes tiendas de souvenirs y degustando los deliciosos mariscos que nos ofrecían los bares que había en la zona. Probamos unos mejillones al vapor que posiblemente sean los mejores del mundo…tiernecitos y súper sabrosos, y sólo costaban 5€!!!
Como curiosidad, destacar que uno de los mejores días para disfrutar de este manjar es el 15 de agosto, fecha en la que se celebra la Fiesta del Mejillón en Combarro.
Plaza Peirao da Chousa en Combarro
Seguimos nuestro paseo hasta llegar a la extensa Plaza Peirao da Chousa, antiguamente una playa, donde ya empezamos a ver algunos de los hórreos que tanta fama le dan a este encantador pueblo pesquero.
Pocos metros después, y como si de magia se tratara, pasamos del S. XXI al S. XVIII. Un conjunto de callejuelas empedradas nos daba la bienvenida y nos mostraba cómo era la vida en Combarro años atrás.
Las fachadas completamente de piedra de granito, los cruceiros de las diversas plazas, las tradicionales casas marineras y los diferentes hórreos de distintos tamaños y materiales, convertían el paseo en un progresivo retroceder en el tiempo. Nos gustaba mucho la sensación que nos estaba produciendo. 😉
Plaza de San Roque de Combarro
Una de las zonas que más nos gustó fue la Plaza de San Roque, una pequeñita pero monísima plaza que contenía magníficos ejemplos de la arquitectura popular gallega así como numerosas tiendecitas de souvenirs. Como no podía ser de otra forma, caimos en la tentación y compramos algún imancito (el precio aquí es menor que en las tiendas del puerto). 😉
En la Plaza de San Roque se encuentran dos de los siete cruceiros que existen en la localidad. Normalmente, estas construccioneslos se situaban en el centro de las plazas o en los cruces de calles.
Desde siempre, el cruceiro ha sido una construcción muy extendida en la comunidad gallega. Los orígenes celtas dejaron su legado a su paso por esta maravillosa Tierra al igual que lo hicieron por otras regiones como la Bretaña francesa o Irlanda.
Un dato que nos llamó mucho la atención sobre estas construcciones es que, a excepción de uno, en todos los cruceiros de Combarro, la figura de la Virgen suele mirar siempre al mar y la del Cristo hacia tierra. Y es que está claro que todo en esta vida tiene una razón de ser, y nada se hace o sucede al azar.
Seguimos nuestro recorrido por este maravilloso lugar, y nos encontramos a pocos metros y en esta misma Plaza de San Roque, la Biblioteca y la Oficina de Turismo, edificios que tal y como se puede apreciar, están perfectamente integrados con el centro histórico.
Ambos edificios municipales tienen sus fachadas de piedra, su porche sustentado por columnas y cómo no, sus típicas y encantadoras balconadas. Pero qué bonito era todo!!
Calle A Rúa
Avanzamos unos pasos, sin dejar la Plaza de San Roque, y llegamos hasta la calle A Rúa, calle que parte directamente de la plaza y que sin duda alguna, es la zona de Combarro donde mayor concentración de casas marineras hay.
En frente de nosotras, unas completas hileras de casas marineras, estrechos sotoportales y balcones de piedra o madera nos da la bienvenida. Resultaba fácil imaginarse como había tenido que ser la vida años atrás. 🙂
Saboreando Combarro
Y como colofón final de nuestro paseo, descubrimos un pequeño bar, Bar Ateneo, cuya terraza estaba literalmente bajo un hórreo, más castizo no podía ser, jejeje. La tabernita era una auténtica pasada y una absoluta regresión en el tiempo.
El simpático y amable dueño nos pregunta qué queremos, llegamos algo tarde (sobre las 16:30), pero aún así nos dice que nos prepara lo que más nos apetezca de toda la carta!
Nos pedimos un vinito y una ración de pimientos de padrón que quitaba el hipo. Tremendamente buenos y jugosos los pimientos, y encima no nos picó ninguno!! 😉
Poco antes de irnos del bar llegaron un grupo de turistas portugueses muy simpáticos con los que nos hicimos una fotito de grupo para el recuerdo! A que salimos wapos??
La visita a este pueblecito costero de Pontevedra ha dejado imágenes en nuestra retina que perdurarán para siempre. Ha sido un completo lujo pasear por sus calles y conocer a su gente.
Si estáis por las Rías Baixas y tenéis ocasión de visitarlo, no lo dudéis, la sensación de calidez que se os quedará hará que sonriais al recordarlo.