El Faro de Orchilla es uno de los iconos más emblemáticos de El Hierro; un lugar en mitad de un campo de lava rodeado de más de una sorpresa
La orchilla es el nombre utilizado para referirse al grupo de líquenes de los que se obtiene un colorante de color púrpura llamado orcina. Y en la isla canaria de El Hierro, esta preciada sustancia -utilizada por los aborígenes como moneda de cambio y que tanto beneficio económico reportó al colonizador Bethencourt- abundaba y tenía muy buena calidad.
Y, precisamente orchilla es como se llama una de las zonas más tranquilas, remotas y espectacularmente bonitas de la salvaje isla herreña -fijo que no es por casualidad 😉 -. Un extenso tapiz negro de coladas volcánicas con el emblemático Faro de Orchilla como protagonista indiscutible y un nutrido desfile de rinconcitos de lo más singulares que hacen que visitar este lugar sea una experiencia de lo más especial.
¿Te apetece visitarlos con nosotras? ¡Pues vamos! 😀
Visitamos el Faro de Orchilla y sus alrededores
El Faro de Orchilla fue una de las grandes asignaturas pendientes en la primera visita a El Hierro. Apenas teníamos un par de días y no nos dio la vida. Sí, lo sabemos… ¡imperdonable! Pero bueno, en esta segunda visita, para compensar, le dedicamos casi una mañana entera solo a esta zona. 😎
Faro de Orchilla
¡Majestuoso! Esa fue la primera impresión que tuvimos al ver el icónico Faro de Orchilla. Un edificio de estilo colonial plantado en mitad de un paisaje volcánica de una fuerza visual tremenda como único vigía de este espacio natural declarado Reserva Marina en 1996.
Esta guía de navegantes no llega a los 100 años de vida pero es de una gran relevancia para la isla herreña y para España. Desde que se inauguró, en 1933, ha iluminado a los barcos que han viajado desde Europa al continente americano.
Eso sí, no sabemos qué nos impresionó más. Si el faro propiamente o el emplazamiento. Estuvimos casi una hora merodeando por el firme retorcido y repleto de irregularidades que diseñó la lava en su día.
Al menos a nosotras, nos parece que este tipo de paisajes están envueltos en cierto halo de magia y misterio y nos resultan de lo más fotogénicos. Experimentamos una sensación similar cuando visitamos el Parque Nacional de Timanfaya de Lanzarote. ¡Qué lugar!
Nuestra idea inicial era visitarlo al atardecer, para vivir uno de esos atardeceres mágicos que brinda este remoto rincón de El Hierro, pero como la carretera es tan zigzagueante, optamos por visitarlo a plena luz del día. 😅
Como curiosidad, las piedras que se utilizaron para su construcción fueron traidas desde la zona de Araucas, en Gran Canaria.
Y otra curiosidad. Tras visitar el faro, puedes acercarte a la Oficina de Turismo y solicitar un certificado que verificará, con una tipografía medieval, tu visita al punto más meridional y occidental de España.
Punta de Orchilla. Meridiano Cero
¿Sabías que, desde el siglo XVII y hasta 1885, el Meridiano Cero pasaba por El Hierro? Pues sí. Antes de que se trasladara a su ubicación actual, en el Observatorio de Greenwich, esta determinante línea imaginaria, tan utilizada en navegación aérea y marítima, elaboración de mapas, meteorología, husos horarios y limitación territorial, se estableció muy cerquita del Faro de Orchilla.
Siendo precisas, el Meridiano Cero pasaba, exactamente, por Punta Orchilla, el punto geográfico más Occidental de España y donde, a día de hoy, se localiza el monumento que se levantó en su honor.
Un sencillo homenaje de altísimo valor simbólico al que se llega por una pista de tierra en 4×4 o completando los cómodos 1,4 kilómetros -ida- de uno de los tramos de la GR-131.
La ruta de senderismo no tiene pérdida.
Se inicia en un cruce de la carretera que lleva al faro -un kilómetro antes de llegar- y transcurre por una pista de tierra (la misma que usan los 4×4), en primer lugar, y por un camino fácil, bien definido y señalizado (marcas roja y blanca), después.
Como nos chiflan los paisajes áridos y yermos que dibuja la lava petrificada, la verdad es que la rutita y el enclave del final los disfrutamos cual enanas. ¡Mola!
Eso sí, menos mal que llevábamos gorro, protección solar y agua porque, entre los implacables rayos del sol y la piedra volcánica,… ¡el calor era sofocante! 😉
Cruz de los Navegantes
Otro de los símbolos que hay en esta zona es la Cruz de los Navegantes. Una austera cruz dispuesta en mitad de la superficie desquebrajada y rugosa en los alrededores del Faro de Orchilla.
¿Y qué simboliza? En este caso, tiene una doble simbología. Por un lado, representa la protección a aquellos que cruzan el Atlántico y, por otro, reivindica el papel tan relevante que cumplió El Hierro como última tierra cristiana en los años del siglo XVI cuando tan frecuente eran los episodios de descubrimientos de nuevas tierras.
Algunos vecinos de la isla también nos dijeron que rendía tributo a todos aquellos herreños que no tuvieron más remedio que emigrar para ganarse la vida. 🙂
Cueva
Y después de los paseitos por la superficie, nos adentramos en ¡las entrañas de El Hierro! 😱
Ya te habíamos avanzado que Orchilla es mucha Orchilla y es que, a pocos metros del faro, en dirección a la Cruz de los Navegantes, el negro manto volcánico e irregular de infinitas y caprichosas formas, se abre ante tus pies, exhibiendo una escalera tallada que invita a curiosear. Sí, reconocemos que nos gusta cotillear este tipo de sitios. 😛
Lo cierto es que esta cueva aún no está ni señalizada ni acondicionada -no creemos que tarden mucho-; así que fue una experiencia aún más auténtica si cabe. Supimos de ella por un vecino y re-verificamos la info en Google antes de aventurarnos a las profundidades. Somos curiosas pero sin dejar de lado la seguridad. 😉
Los 400 metros de tubo volcánico se recorren sin mayor complicación. Al principio, hay una zona que se achata un poco y todo parece indicar que la cueva acaba ahí. Pero no, es una falsa alarma. Más adelante, el camino continúa.
No te vamos a negar que avanzamos con mucho respeto y con muchísima precaución. Desde luego, si eres muy claustrofóbico, te aconsejamos que no te aventures; pero si no es el caso, es una chulada, la verdad. El corazón se nos aceleró un pelín, como es normal, pero nada grave, jejeje.
La luz del móvil también vale, pero se queda un poquito corta para iluminar techo y suelo y tener más consciencia de la profundidad en cada momento.
Además, como a mitad de camino -llevábamos unos 10 minutillos más o menos-, hay una apertura en el techo y, gracias a otras escaleras, si lo necesitas, se puede subir a la superficie, tomar aire y relajarse un poco.
Y de nuevo bajo tierra, el camino continúa del lado derecho de la escalera. Apenas unos metros más adelante, ya se ve la luz al final del túnel 😂 y ¡la sorpresa! Unas vistazas al Atlántico que quitan el hipo. ¡La de rincones rechulos que tiene esta isla! 😍
Como el agujero en la pared del acantilado está protegido por una barrera de madera, no tuvimos sensación de vértigo en ningún momento.
Eso sí, la sensación era extraña. La cosa estaba entre el subidón por haber llegado al final y la “cosilla” de estar asomadas a un acantilado por una “mirilla” que se había formado en lo profundo de un mega bloque de lava solidificada. En fin, pues eso… Con sentimientos encontrados, pero muy felices de estar allí.
La vuelta se nos hizo súper cortita, jeje. En poco más de 15 minutos estábamos fuera de nuevo. ¡Bajo un impoluto y azul cielo canario! 😀
Muelle de Orchilla
Es curioso pero, hasta que no estuvimos en la zona, no supimos que en Orchilla había un muelle… Cosas que pasan… 😁
Y no sólo un muelle, sino una estupenda zona de baño. 😀 Aunque bueno, para zonas de baño, el desfile de piscinas naturales que tiene la isla…
Hace años, en la época de construcción del faro -principios del siglo XX-, cuando no existían carreteras que permitieran llegar hasta aquí, la única forma de alcanzar este extremo de la isla era vía marítima. Y ¿dónde se desembarcaba? Pues en el Muelle de Orchilla. Un lugar histórico y de gran relevancia para la isla que se ha convertido en un agradable rincón donde bañarse y disfrutar del Mar de las Calmas.
El kilómetro que lo separa del Faro de Orchilla se puede hacer a pie o en coche. Nosotras nos aproximamos en coche con la intención de darnos un chapuzón pero… ¡elegimos mal el día! Era sábado de Semana Santa y estaba algo más concurrido de lo que hubiéramos deseado. 🙁 De hecho, el parking -que es de tamaño considerable- estaba repleto de autocaravanas… Debía ser el único punto de la isla con afluencia turística, jejeje.
Decidimos que la jornada por Orchilla había terminado. No dimos media vuelta y nos fuimos a sumergirnos en el Atlántico en otro maravilloso lugar… ¡El Charco Azul!, una de las piscinas naturales más re bonitas y con mayor encanto de El Hierro. 😀
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