¿Quién no se ha dejado embaucar por el encanto de los faros? Esas figuras que se yerguen al filo de la costa saludando a los barcos, símbolo de seguridad y de calidez para el hombre, anuncian la llegada a tierra y al hogar.
Una ruta por los faros de la costa gallega nos descubrió la historia de estos iconos marítimos y porqué resultan tan emblemáticos. Aunque sólo recorrimos los faros de la Costa da Morte y la Torre de Hércules, en A Coruña, nos picó la curiosidad y quisimos ver uno de cerca y en funcionamiento, así que una noche nos acercamos a ver el faro de Corrubedo.
En el punto más occidental de la península de Barbanza nos encontramos con el faro de Corrubedo. A diferencia del resto de faros de la Costa da Morte, el faro de Corrubedo es muy accesible, se encuentra comunicado con la población de Corrubedo, en Ribeira, por una carretera recta y sin apenas desniveles.
El faro de Corrubedo se puso en funcinamiento en 1854 y está en una zona plana y rocosa desde la que podemos ver a ambos lados el faro de Finisterre y el faro de las Islas Cíes.
El faro de Corrubedo pertenece a los faros de tercer orden y su luz es blanca-roja, aunque desde nuestra perspectiva, al pie del faro, sólo apreciábamos la luz blanca. Sin ser un faro muy grande, resulta impresionante ver la enorme bombilla y las lentes fresnel creando un foco de luz que atraviesa la noche.
Sin duda alguna, nos hubiera gustado verlo por dentro, pero no es visitable, como casi ningún faro gallego y ni aun los que cuentan con un centro de interpretación tienen permitido el acceso a su maquinaria de funcionamiento.
Una pena, ¡nos quedamos con las ganas! Sin embargo, la experiencia fue muy bonita y es un buen plan para antes de las copas 😉
Aquí os hemos mostrado algunas fotos y como siempre, la mejor foto será la que guardéis en vuestra retina.