Hoy toca Sierra Norte de Madrid y ponemos rumbo al ¡Embalse del Atazar! Una completa ruta por sus pueblecitos y su maravilloso entorno natural
En nuestro afán por conocer todos los rincones que esconde la espléndida Sierra Norte de Madrid, aprovechamos el concurso fotográfico ‘Caminos de Agua y Jara’, del que nos hicimos eco gracias a SierraNorte.com, para pasar el día conociendo el entorno que rodea el Embalse del Atazar, todo un ecosistema que gira en torno al agua y en el que se localizan los pueblos que conforman la denominada Mancomunidad del Embalse del Atazar -organizadores de la genialísima idea del concurso-.
Este conjunto de localidades se sitúa en la zona del bajo Lozoya y está formada por los municipios de El Atazar, El Berrueco, Cervera de Buitrago, Patones, Robledillo de la Jara y Puentes Viejas -el cual a su vez integra a Mangirón, Cinco Villas, Paredes de Buitrago y Serrada de la Fuente-. Todo un desfile de escondites repletos de coquetas casitas – o casutones – de madera y piedra en los que el tiempo parece detenerse y que consiguieron hacernos desconectar desde el instante cero. Tanto nos gustó que no nos pareció ninguna locura imaginarnos viviendo aquí después de jubilarnos… 🙂
Alojamiento por el Embalse del Atazar
Las opciones son muchas ¡y muy variadas! Por nombrar algunos de los alojamientos con más encanto… La Posada de Serrada, en el precioso pueblecito de Serrada de la Fuente; o los apartamentos Los Camarotes con vistas al propio embalse son dos apuestas seguras.
Ruta por el Embalse del Atazar
El Berrueco
Nuestro punto de partida no podía ser otro que El Berrueco, localidad principal de la mancomunidad, con 618 habitantes, y que apenas dista 63 kilómetros de Madrid por la A1.
Situado a espaldas de la Sierra de la Cabrera, y justo enfrente del Embalse del Atazar, El Berrueco es un punto de referencia para los amantes de la naturaleza. Sus alrededores están plagados de diversas rutas de senderismo de diversa duración y dificultad con las que disfrutar del entorno y en las que se encuentran algunos de los más destacados vestigios históricos de la Comunidad de Madrid como la Atalaya Árabe -S. VIII ó S. X- o el Puente Romano, único puente de piedra que cruza el Arroyo Jóbalo y uno de los elementos clave del histórico camino de acceso a Somosierra.
A día de hoy, el Puente Romano conforma la división municipal entre las localidades de El Berrueco y la vecina Siete Iglesias. 😉
El Atazar
Nuevamente en ruta, pusimos rumbo a la Villa de El Atazar por la serpenteante M133. Una carretera que los motoristas disfrutan a tope y cuyos laterales ofrecen estratégicos balcones desde los que asomarse a contemplar las espectaculares vistas del Embalse del Atazar, el de mayor caudal de toda la Comunidad de Madrid y cuyas aguas provienen principalmente de los arroyos Jóbalo y Lozoya.
Nos detuvimos en uno de los miradores que salía en el lado izquierdo de la carretera. ¡Qué maravilla!
El agua, encauzada por los promontorios que se dejaban caer con mayor o menor fuerza sobre ella, reflejaba la intensidad de los rayos del sol con un azul brillante, radiante. En cuanto a la componente terrenal, algunas áreas de las laderas montañosas estaban practicamente desnudas, como si el verde no hubiera querido posarse sobre ellas. Otras, en cambio, más suertudas, lucían una frondosidad primaveral espléndida. El paisaje bien podría haber sido la inspiración para un lienzo de Monet.
Nos parecía increible haber tardado tanto en conocer esta preciosa zona de la serranía madrileña… ¡Qué torpes somos a veces! Pero bueno, ya estábamos aquí, ya le habíamos “puesto cara”.
Avanzamos un par de kilómetros y nos volvimos a detener. Esta vez para contemplar la pared de la mastodóntica presa, la cual lleva conteniendo la fuerza de las aguas del Embalse del Atazar desde 1972. Reconocemos que estas faraónicas obras hidráulicas siempre consiguen dejarnos boquiabiertas… Da igual las veces que las tengamos frente a frente. ¡Son brutales! ¿También te pasa a ti? 🙂
Minutos después conseguimos llegar a la Villa de El Atazar. “Por favor, circule con precaución, en este pueblo no sobran los niños. Gracias.” rezaba el cartel de la entrada. 😉
Con mucha precaución llegamos hasta la plaza principal donde tuvimos la tremenda suerte de encontrar un hueco libre para aparcar. Todas las motos que habíamos visto en la carretera -y unas poquitas más- estaban ahí. ¡Todas! La plaza parecía una exhibición motera.
La oferta de restaurantes y bares que había nos “invitaba” a sentarnos en alguna de sus terrazas peeeero no. Veníamos en modo ahorro y preferimos comernos los bocatas que habíamos traído de casa a la sombra en alguno de los balcones de la villa. Las vistas a la Sierra de Madrid eran ¡fabulosas! 🙂
Si bien el senderismo no entraba en nuestros planes para ese día, sí que tomamos nota de todos los senderos que pueden realizarse por la zona. ¿El más completo? La conocida como la Senda del Genaro o GR 300. Sus 70 km recorren el conjunto de localidades de la mancomunidad, siendo la de mayor longitud de la Red de Senderos Verdes de la Comunidad de Madrid.
La Senda del Genaro presenta una dificultad media-alta y sus paisajes son especialmente bonitos y atractivos en primavera y otoño, justo con la llegada de los verdes mantos de jara y la explosión de colores cobrizos, respectivamente. Si no te la quieres recorrer entera, la puedes hacer por tramos, ya que está dividida en siete etapas. Precisamente desde El Atazar parte la etapa 3, El Atazar – Robledillo de la Jara. 😉
Robledillo de la Jara
Con un sol de justicia, emprendimos marcha hasta nuestro siguiente pueblito, desrecorriendo todo lo recorrido hasta llegar nuevamente hasta El Berrueco para coger otro desvío. Es lo que tienen estos pueblecitos de interior, jejeje. 🙂
En el camino de vuelta vimos una señal con indicaciones para subir a otra de las pequeñas localidades de esta mancomunidad, el encantador Patones de Arriba, al cual no subimos porque ya lo conocíamos -estuvimos allí hace un tiempo pasando el día de Noche Vieja-. 😉
Para nuestra sorpresa, de camino a Robledillo, advertimos otro embalse con su correspondiente mirador, por lo que aparcamos y nos bajamos a jugar con la cámara.
Nos encontrábamos ante la Presa de El Villar.
Nada más y nada menos que la primera presa de almacenamiento y regulación que construyó el Canal de Isabel II y, por si esto fuera poco, este embalse ostenta también el título de ser la primera presa de gravedad que se construyó en Europa. ¡Y nosotras sin saberlo! 🙂
El entorno era deliciosamente bonito… De esos que te llenan de energía, por dentro y por fuera, con solo contemplarlo.
A excasos kilómetros llegamos a las solitarias calles de Robledillo de la Jara. No vimos ni un alma. Imaginamos, claro está, que estarían todos al fresquito, refugiados en sus casas de piedra echando la siesta.
Nos hizo gracia la Taberna-Museo. Una lástima que estuviera cerrada… 🙂
Berzosa del Lozoya
Berzosa del Lozoya fue nuestra siguiente parada aunque no le dedicamos mucho tiempo. Pretendíamos subir hasta un mirador que supuestamente había por allí pero no estaba muy bien señalizado y no llegamos a encontrarlo. Dimos media vuelta y continuamos nuestro camino.
Eso sí, el pueblecito ¡nos encantó! Todo súper limpito y muy cuidado, algo solitario, pero perfecto para desconectar y apuntarte a ese ritmo de vida lento y tranquilo que caracteriza a la Sierra Norte de Madrid. 😉
Serrada de la Fuente
Nuestra última parada de motor se la dedicamos a Serrada de la Fuente y su arquitectura tradicional de piedra.
¡Qué chulo el pueblo! Su iglesia, toda de piedra nos pareció una preciosidad.
Nos dimos una breve vuelta por sus calles, tomando nota de los alojamientos rurales que había por allí para volver con más calma, y pusimos rumbo de vuelta a Madrid. Dábamos por concluida nuestra ruta por el entorno de la Mancomunidad del Embalse del Atazar. Por la bella y sorprendente zona de la Sierra Norte de Madrid.